Exigimos, prometemos, anhelamos transparencia en los asuntos públicos. Pero la mayoría de veces encontramos oscuridad, ocultación, engaños y escenificación de una obra de teatro para deleite de mentes crédulas e ingenuas.
El poder siempre ha sido bastante opaco. Funcionan las alcantarillas, servicios secretos y pactos que giran como un calcetín las promesas que nos han hecho antes de votar. En la época de más medios de comunicación y más sofisticados, escamotear la verdad es fácil y frecuente. Cuando iba al instituto, mi profesor de Filosofía, el señor Calderón, nos mandó leer «El Criterio» de Balmes. Y
a entonces me llamó la atención la advertencia del autor de no creer todo lo que nos contaban. Discernir la realidad del error, el bulo o la mentira requiere formación en el espíritu crítico y hoy somos más cándidos que nunca. Incluso despreciando las creencias más antiguas y profundas, aquellas que mejoran nuestras vidas. Como dice el Evangelio, la prueba de fuego de la fe son las obras. Por sus obras los conoceréis, no por lo que dicen o predican. En la actualidad, te venden cualquier cosa con un buen spot publicitario. ¿Para qué tener la razón si tienes la televisión? Los medios configuran nuestras opiniones porque como dijo McLuhan, el medio es el mensaje. Entender esto nos ayudaría a descubrir muchas cosas. La palabra griega aletheia significa verdad. Etimológicamente, desocultar, descubrir o quitar un velo.