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A estas alturas no sé si te habrá llegado la versión en la que estoy comprando tranquilamente y se desata una caza de positivos en un supermercado, o la que coordino una operación de caza antiterrorista en el mismo escenario, o la que soy el comandante de un ejército de infectados que asaltan el negocio como si de una especie de invasión zombi se tratara. No sé, tú sabrás. Lo que sí sé es que todo lo que puedas oír en ese audio que vuela por la isla es mentira, una predicción pre apocalíptica de una mamá y empresaria preocupada y cansada por la covid-19 metiendo a su hijo en un fregado de dimensiones virales. Sí, soy yo. Y la que charla es mi señora madre dando veracidad al típico comentario que te llega por una persona a la que se lo ha dicho otra persona, a la que se lo ha contado otra persona que lo ha oído por ahí y que yo le conté. O sea, un bulo. La buena voluntad de la jefa de alertar e informar a su grupo de amigas acaba en un curioso audio que se ha expandido más rápido que las ganas de resolver las obras de la carretera general.

Si te soy sincero, no he sido capaz de oír el audio, pero conociéndola, seguro que mi madre habla con un divertido tono mezcla entre Rappel y Aramis Fuster, con toques de Orson Welles y su ‘La guerra de los mundos' narrando el final de la humanidad, como buena madre preocupada. Me imagino lo que debe decir porque a la matriarca de la familia, entre todas las maravillosas capacidades que tiene, le gusta sazonar con un pelín de dramatismo situaciones cotidianas. Lo heredó de mi abuela, que era la experta en esto y que durante muchos años nos ha servido para recordarla riendo en familia.

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Si todavía no has escuchado el audio, sinceramente, no sé a qué esperas. Es trending topic. De entre la lista de cosas que tengo pendientes en la vida, ya puedo tachar con dudoso orgullo la de «convertirme en un fenómeno viral». Me falta ser nombrado Miss Universo, hacer un dúo con Justin Bieber y ganar un premio Óscar, no necesariamente en ese orden.   

Me alegro de que a más de uno todo esto le haya provocado algunas carcajadas, nunca viene mal reírse con los tiempos que corren. Eso sí, no te lo tomes en serio porque es más falso que las promesas de Pedro Sánchez. Aunque si llego a saber que ocurriría todo esto hubiese aprovechado para decorar un poco más la chorrada que le comenté a mi madre y hacerla todavía más inverosímil, más espectacular. Mi madre lo habría terminado con su toque personal. Sea como sea, lo que no es broma es que cada vez tenemos un mayor problema con el comportamiento poco responsable de algunos de los positivos y de los que ponen todo su empeño en opositar para ser positivos. Y con eso no podemos reír.