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El regreso a las prácticas delictivas apenas dos meses después de haber recuperado la libertad ha causado sorpresa entre quienes conocen al denominado «ladrón de coches». El tristemente célebre exmilitar francés ha pasado sus últimos cuatro años en la cárcel de Menorca por hurtar vehículos y cometer varios robos con fuerza e intimidación.

Stephan Schmidt no está atrapado en las drogas, tampoco observa un comportamiento agresivo, al contrario, «la imagen que transmite es la de que es un buen hombre». Esa es la impresión que anida en personas que le han tratado dentro y fuera del centro penitenciario de la carretera de Sant Lluís, y así se lo transmitió el último juez que le condenó en la Isla tras hace dos años.

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Schmidt no responde al perfil más consabido de un delincuente al uso, pero sus hechos sugieren que no solo lo fue y lo ha sido, sino que lo sigue siendo.

Regresó a la Isla en 2017, donde ya había estado preso entre 2012 y 2015, y volvió a delinquir en poco tiempo, dijo, para convencer a una mujer de la que estaba enamorado en Menorca, que podía ayudarla económicamente. Fue así como entró de nuevo en la espiral del hurto de vehículos, y otros delitos contra la propiedad. Nunca utilizó la violencia. Dos años después, en su segundo permiso, volvió a robar y no regresó a la cárcel en la fecha que debía. Y ahora, cumplidas todas las condenas, menos de dos meses después de su salida de la cárcel, ha vuelto a las andadas en el norte del país.

Schmidt no sabe vivir en libertad. Se ha pasado más de 10 años de su vida en prisión. Él es el responsable de sus actos, por supuesto, pero habrá que convenir que el último cuatrienio en la cárcel menorquina tampoco le ha servido para aprender a hacerlo, como tampoco en la que estuvo en su propio país, en la de Palma o en la de Sevilla por las que pasó. ¿Qué debe opinar de la reinserción?