Prosigue, inclemente, el camino emprendido por la política española hacia la permanente confrontación de trincheras mientras la ciudadanía expresa crecientes síntomas de hastío tanto de restricciones pandémicas de quita y pon como de politiquerías tabernarias. Pero vayamos por partes. La radicalización es tan extrema que a buena parte de la sociedad le parece normal el transfuguismo, el soborno, la mentira institucionalizada y el cambalache, siempre que beneficien a los nuestros. Solo así se entiende que se acepten de buen grado eslóganes tan apocalípticos como falsarios («Libertad o comunismo» de Ayuso, «A por los criminales del PP» de Iglesias) como si formaran parte de un diálogo político normal. Ni la libertad tiene nada que ver con los manifestantes del barrio de Salamanca ni con el disfrute de macro juergas, ni el comunismo español actual es tributario de Stalin (no solo eso, sino que el PC contribuyó en gran medida a la elogiada Transición española), ni el PP es un vivero de criminales…
Quizá estamos llegando a un punto en que lo verdaderamente revolucionario sea la sensatez y la visión de Estado (Manuel Cruz «Cuando los políticos dan miedo», «El País»). La cuestión no es si esa posibilidad es más o menos viable, sino si es necesaria. A veces el bien es algo mucho más que deseable o conveniente: es sencillamente, aquello de lo que depende que podamos seguir viviendo juntos, y que no podemos conseguir chapoteando en el barro mientras nos damos garrotazos unos a otros como en el cuadro de Goya. Quizás hoy lo revolucionario sea la moderación y la mejor política, la más aburrida…
En cuanto a la fatiga pandémica, ese hastío al que me refería más arriba y que cada vez es más patente en nuestras sociedades, puede acabar configurando un problema público de salud mental (¡ay ese ignominioso «vete al médico» que le propinaron a Errejón desde la bancada popular!). Nos agota la falta de contactos sociales, e incluso de contacto corporal, esa desaparición de los rituales de los que habla el filósofo coreano-alemán Byung Chul Han, quien ya había detectado el fenómeno años antes de la pandemia: «Cada vez se generan menos sentimientos comunitarios. A cambio predominan los sentimientos pasajeros y las pasiones transitorias como estados de un individuo aislado en sí mismo». O sea que la pandemia es deprimente, no cabe duda, pero los males parecen venir de lejos…
28-III-21 Domingo
Se presenta en casa un nuevo inquilino para coger el relevo de Tronya y Allen, los westties desaparecidos en combate. Se trata de un pequeño schnauzer llamado Flan, que viene en adopción, y al que, dada su meteórica velocidad, rebautizamos como Flash. Tiene catorce meses y se comporta como un caballero inglés, todo un gentleman, pese a ser alemán, producto pues de nuestra época de identidades diversas y entremezcladas. Se hace amigo de Ringo, otro adoptado, pero a tiempo parcial. Negocian y pactan sus zonas de influencia y se van al sillón a dormir. Nuestros políticos deberían aprender…
A última hora recibo un doloroso whatsapp por el que me entero del fallecimiento de mi más antiguo amigo en «Es Diari», Biel Fiol, hombre sustancialmente bueno, profesional intachable y capaz de acoger bajo su protección a un niño de doce años que aún iba en pantalón corto, que quería escribir crónicas de fútbol y que observaba embelesado el rítmico y seguro tecleo de Biel en aquellas no menos fascinantes linotipias des carrer de Gràcia. Ahora, desconectado el último cable, sí que aquel tiempo es ya el mundo de ayer. Descansa en paz, viejo amigo.
31-III-21 Miércoles
He de reconocerle valor a la señora Ayuso. Se necesita a grandes dosis para jugársela a una sola carta, la de salvar la economía caiga quien caiga. Si tiene suerte (?) y los contagios no se le disparan en la Comunidad de Madrid, arrasará en las urnas, pero me pregunto si su actitud es razonable o lisa y llanamente temeraria, a partir del relato de una supuesta «forma de vivir» madrileña, como si el tapeo y el copeo solo les gustara a los habitantes de la Villa del Oso y el Madroño… Y es que la sombra de Donald Trump es alargada (Madrid first).
1-IV-21 Jueves
Recibo una carta personal del alcalde de Mahón: «Querido Pedro, te comunico que con fecha de hoy suspendo el cambio del topónimo de la ciudad, tal como me sugeriste el otro día, y me dispongo a crear una comisión técnica, con filólogos, lingüistas, historiadores y sociólogos de reconocido prestigio y sin adscripción política, para que diriman el asunto. Coincido contigo en que una consulta popular sería excesivamente confusa y polarizadora. Mientras tanto, continuará tu Maó/Mahón que tanta tranquilidad nos ha dado en los últimos años».
Obviamente no caerá esa breva, pero hoy es Es dia d'enganar y había que colaborar… ¿Y si no fuera una broma?