Vamos a ver queridos lectores, así no se puede, así no hay manera de mejorar. Mira que le hemos metido energía a esto del cambio de año para empezar con buen pie, mucho buen propósito, muchos deseos de bien común, mucha francesita chorra sacada de libros de autoayuda, pero en cuanto nos dejan sueltos la liamos parda. Yo entiendo que cuando era pequeño el rey Baltasar fuera un tipo con la cara embadurnada de betún, porque había muy pocas personas negras en mi ciudad, pero ¡a estas alturas de siglo que algunos ayuntamientos sigan pintando una black face a un señor más blanco que la leche ya no cuela! Por no hablar de quienes representan a Baltasar blanco en sus panfletillos para niños. Si es que no tenemos remedio, yo no sé si lo hacen por estupidez supina, o porque son más racistas que el jefe del Ku Klux Kan.
El rey Baltasar lo aguanta todo porque es mágico, y porque sabe que es el favorito de muchos niños. A diferencia de otros reyes que solo eran los favoritos en los burdeles de lujo de medio mundo. Por eso sabemos que se ha portado lo mejor posible en cada hogar. Y sabemos también que ha podido atravesar fronteras sin problemas a pesar de la pandemia, de las vallas con concertinas fabricadas para desollar la piel, y ha sobrevolado por encima de las miles de cabezas llenas del odio de la xenofobia que desgraciadamente proliferan por toda Europa.
Así que le hago una reverencia majestad. No me canso de repetir que los reyes Magos son los únicos reyes a los que debemos respeto, al fin y al cabo ellos dan, no roban, no tienen reino terrenal, ni súbditos a quien expoliar, ni rifles de precisión para matar elefantes, ni cuentas secretas en Suiza, ni una corte de pelotas que les lama la corona a cambio de sus migajas. Estamos en el siglo XXI y no en el XII, por más que algunos se empeñen en seguir quemando libros, arrestando raperos, negando la violencia machista, subvencionado la tortura animal en las plazas de toros, o envolviéndose en banderas como si fueran Capitanes América ibéricos con un rancio olor a naftalina.
Les confieso que se me está haciendo muy largo este 2021 y voy muy justito de paciencia. Más vale que la vacuna funcione a niveles estratosféricos, porque ante la mínima pega los negacionistas, tierrapalanguistas, y conspiranóicos que ven illuminati hasta en la cola del supermercado, nos van a dar la turra sin parar. Son más cansinos que recitar los de corrido la lista de los reyes godos (no podía faltar el toque viejuno), que enumerar los casos de corrupción del partido liderado por el tipo con Máster en Aravaca, o que contar la cantidad de veces que nuestros políticos locales han dicho que solucionarían los problemas del transporte aéreo en nuestra amada Menorca. Son como esa gente que va en plena pandemia a un rave, puestos hasta las orejas de todo lo que puede fabricar Walter White, y se piensan que son unos rebeldes antisistema en lugar de unos proyecto de zombi.
Bueno, que a gusto me he quedado. Ahora aprovecharé las últimas líneas para bajar pulsaciones, no quiero que la tensión me suba más de la cuenta, que no lleva a nada bueno. Al fin y al cabo mi Atleti sigue primero, Es diari sigue publicando mis artículos, sus emails me siguen llegando cargaditos de críticas muy ingeniosas, la familia está bien, he vuelto de un estupendo paseo al faro de Favàritx, y ahora estoy sentado la mar de cómodo en la silla nueva que me ha traído Baltasar el negro, el de verdad. Feliz primer jueves del año.