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En uno de estos días de vacaciones para los padres con hijos, pasamos por urgencias del Hospital Mateu Orfila, porque tanto su padre como yo fuimos incapaces de quitarle un diente de leche a nuestra hija de 6 años, que se le había girado jugando con su hermano. Para lo único que me sentía preparada era para relajarla, y a la vez motivarla, que no pasaba nada, y lo mejor de todo que iba a acabar bien la historia: vendría la Hada de los dientes, o el Ratoncito Pérez.

En esos momentos me sentí como el elefante al que se le planta un ratón delante y no para de barritar asustado. No es que tuviera susto pero si grima al respecto. Intenté coger el diente, pero fue superior a mí. Pasé el testigo a mi pareja, y palabras textuales «yo no saco dientes»; pues «a urgencias» verbalicé. Así que nos fuimos los cuatro. Y entramos solo mi hija y yo a urgencias. Que tal cual relataba el motivo del ingreso de mi hija tenía una sonrisa de soslayo del sanitario que nos atendía.

Fuimos a la sala de espera, no había muchas personas, pero sí que es verdad que hubiera preferido una sala de espera para infantil. Los niños, y niñas no tienen porque estar en una sala de espera de adultos con sus historias, gracias que ese día no había nada ‘aparentemente complicado' por la sala.

Pasó una media hora más o menos, y nos llamaron. Cuando entramos a la sala de ‘dígame a usted que le pasa', relaté a la enfermera que veníamos a ver si le podían quitar un diente de leche porque su padre y yo somos incapaces de quitárselo. Los ojos de la enfermera por encima de la mascarilla lo decían todo. Pero no me arrugué, me puede la grima, y el hacerle daño a mi hija. Preferíamos que lo hiciera un profesional, un sanitario. Con su cara de estupefacción, se acercó otra enfermera, conocida y amiga, y ésta sí que valoró mi osadía, porque ella aun sanitaria también le daba grima los primeros dientes, caídos, de su hija.

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La operación fue rápida. Unos guantes, una gasa, y lo sacó de un mini tirón para arriba. «¡Wow, qué raíz tiene el diente!», exclamó.

Salimos contentas las dos. Sobre todo mi hija sabía que esa noche algo mágico ocurriría. Y a la mañana siguiente encontraría algún detalle de la Hada.

Antes de llegar a casa, fuimos a una tienda de muebles y nos encontramos con la profesora de gimnasia rítmica de mi hija, y le contamos la película, y exclamó, «¡venga que fuiste a urgencias por el diente de leche!», entre risas también nos confesó que a ella también le dan grima y que es su marido el que se encargaba de los dientes, cuando sus hijas estaban en la edad del cambio dental.

Bueno, no soy la única. O no somos los únicos. Solo le han caído tres, y las historias que nos faltan con los demás. Como en la películas, ‘to be continued'. A ti lector, ¿qué es lo que te da grima?