Existen miles de recetas gastronómicas, nada de extraño que aparezcan nombres francamente raros, incluso deplorables, anunciando platos gastronómicos sorprendentes, pero también completamente normales. Con su permiso, les dejo solamente unos cuántos a modo de muestra que tengo recogidos.
«Manos de concejal», así se dice también de las manitas de cerdo estofadas en algunas zonas del centro de la península. «Un matrimonio», se dice de una cosa tan simple como un boquerón en vinagre con una anchoa encima. «Caldo de perro», plato andaluz. «Huesos de santo», dulcería que hacen las monjas en sus obradores en torno a la festividad de Todos los Santos. «Hijo puta» bebida semejante al orujo con hierbas aromáticas, cuesta 13,50 euros, lo hacen en Cantabria en Casa Cano. «Sorropotun», receta típica de Cantabria; en puridad se trata de bonito con patatas, parecido al marmitako vasco. «Tetas de novicia» y «Pelotas de fraile», estas dos recetas son típicas de las monjitas de Chinchón. «Manos guarras», se compone de patatas cortadas a cuadraditos, fritas, llevando un aliño o salsa de ajo, guindilla y vinagre, todo revuelto se le añade a las patatas cuando estas están fritas; es un plato muy común a la hora de tomar un aperitivo en las terrazas veraniegas, suele acompañarse con una caña o con un vermut casero. «Duelos y quebrantos», Miguel de Cervantes nos dice en su Quijote que este los comía una vez a la semana, es plato contundente, lleva huevos, chorizo y panceta de cerdo. «Atascaburras», plato típico de Castilla-La Mancha, lleva bacalao, patatas, huevo y nueces. «Matamaridos», plato típico de Andalucía, compuesto de merluza, verdura y patata. «Huevos tontos», plato típico de Andalucía, es receta antiquísima, pero que se sigue haciendo, sobre todo en las casas de labor, donde se creó. «Borrachos», antigua receta de la mejor y más típica dulcería de Guadalajara, donde no hay ninguna pastelería que no hagan sus propios borrachos (siempre que estoy por la zona me suelo comprar una cajita). «Ropa vieja», plato preparado con las sobras del cocido del día anterior, podríamos catalogarlo como plato de subsistencia cuando no se tiraba nada que pudiera procesarse gastronómicamente.
2Eran tiempos en que se terminaba antes la comida que el hambre. Debo advertir que hablamos de cocidos muy precarios, no como los que se hacen hoy en día, que es obligado que lleven todos los sacramentos: carne de ternera, de cerdo, de gallina, de pollo, tocino, chorizo, morcilla, un trozo de jamón, huesos salados y alguno fresco; el caldo para la sopa es untuoso; un buen cocido se sustancia en la mesa con tres vuelcos: la sopa, la carne, los garbanzos y las patatas con algo de repollo refrito con ajo y pimentón. «Zorogollo», ensalada de pimientos rojos y ventresca de bonito. La he comido buenísima en el restaurante El Colorao en Sanlúcar de Barrameda (Cádiz). «Patatas encabronadas», las sirven en un restaurante catalán, su nombre nos apercibe que van con bastante fogosidad. «Ajopuerco», su ingrediente principal es el hígado de cerdo, se sirve sobre una tosta de pan. «Matahambre», comida de subsistencia en las antiguas casas de labor, lleva pan, huevo, ajo y perejil, de lo que se forman una especie de albóndiga alargada como la clásica croqueta, se prepara un sofrito clásico que se pondrá en cazuela con dos dedos de agua a la que se le añaden los matahambres; el conjunto debe de dar un hervor.
Se sirve bien caliente. «Lengua de gato», dulcería de maestros chocolateros con la forma de la lengua de un gato; se pueden encontrar en casi todas las pastelerías. «Chupadedos», receta antigua, típica de Guadalajara; se compone de cabezas de cordero o cabrito partidas por la mitad, colocadas en una fuente de hornear, con su correspondiente ajo, tomillo, hojitas de laurel, una cucharada de pan rallado y un chorrito de aceite. «Perdigachos», receta típica de bares, restaurantes y casas de comida de Sigüenza (Guadalajara), su nombre parece indicar su parentesco con la perdiz, sin embargo, se trata de una anchoa sobre una rebanadita de pan ligeramente tostado que lleva por encima ajo muy picado y perejil, junto a un chorrito de aceite.
El autor no ha querido añadir nombres de recetas que hacen referencia a zonas erógenas del hombre y la mujer, que por cierto son abundantes, pero hemos querido guardar la elemental compostura que procuro en mis artículos.