Por si acaso se ha despistado y se ha acercado a este artículo buscando alguna respuesta ya puede dejar de leerlo en este mismo punto. No tengo respuestas, solo preguntas, y una que me ha estado rondando por la cabecita durante todo el verano es la primera que quiero compartir con ustedes queridos lectores: ¿dónde se han metido las medusas? Los mosquitos tigres se están dando un festín, desde hace unos años han cogido ritmo y no paran los muy cabritos ni para coger aire. Sin embargo, las medusas han brillado por su ausencia. No sé si estos seres marinos invertebrados y de cuerpo gelatinoso están en cuarentena a muchas millas de la costa, o sencillamente es que he tenido suerte las veces que me he ido a bañar por algún rincón de nuestra bella Menorca. O a lo mejor es que las medusas han adquirido nacionalidad británica, o alemana, y se han pirado de la Isla esperando tiempos mejores donde los vuelos chárter les traigan de nuevo clientes a los que picar. No tengo ni idea, sé lo mismo de este tema que el cazaelefantes de honradez, o el Joker de empatía, así que ahí lo dejo.
Otra preguntita que ha estado rebotando entre mis dos neuronas y que según se acerca septiembre más presente tengo es: ¿cómo lo van a hacer cuando los estudiantes regresen a los centros educativos? El legislador espartano Licurgo dijo aquello de que: «El primer objeto de un legislador debe ser la educación», pues para los actuales va a ser que no. Ahora me pueden llamar demagogo, pero que en este país se solucionara rápidamente el tema para que la Liga de fútbol se jugara, y aún no sepan cómo puñetas lo van a hacer para que el curso comience con seguridad, da un poquitín que pensar.
Y sin irnos hasta Esparta, ya que nosotros no tenemos sus famosos abdominales, se podrían leer la Constitución, con la que algunos se llenan la boca, porque en su artículo 27.5 dice: «Los poderes públicos garantizan el derecho de todos a la educación, mediante una programación general de la enseñanza, con participación efectiva de todos los sectores afectados». Escuchar a todos los afectados y buscar soluciones, que petición tan utópica ¿verdad? Hay muchos profesores y muchas madres y padres angustiados con este tema y no es para menos, porque ya saben que un pueblo sin educación es un pueblo sin futuro.
Y tras la frasecita que cierra el párrafo anterior -pelín grandilocuente, lo reconozco-, me hago otra pregunta: ¿será por eso que muchos políticos actuales prefieren mirar al oscuro pasado y esgrimen todas sus perversas armas para devolvernos a él? Hay un popular dicho alemán que dice algo así como que si en una mesa hay sentadas diez personas y un nazi, en esa mesa hay once nazis. Y ese matiz de vital importancia solo sale a la luz cuando hay una buena educación. Si no, corremos el riesgo de convertirnos, como gran parte de los periodistas estrellas de la televisión, en blanqueadores de los Goebbels contemporáneos que aprovechan pandemias y muertos para alcanzar el poder.
Y no quiero dejarles esta semana sin compartir una postrera duda: cuando un grupo de amigos coloca el último barril en un tirador de cerveza que han alquilado durante el verano porque era mejor quedarse en casa que salir por ahí, ¿deben entristecerse por el final de las vacaciones, o deben alegrarse por las cañas compartidas? Sí, ya sé que es un poco como el rollo ese de la botella medio llena, pero estarán conmigo en que el mejor lúpulo de una cerveza es el que se comparte con amigos. Feliz jueves.
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