Cuando se llevan más de 35 años escribiendo en un mismo medio y de repente, sin previo aviso, se para más de un mes sin publicar una sola letra, desde mi modo de ver los lectores que lo deseen merecen, solo sea, una pequeña explicación: la historia de este acontecer principia en una revisión rutinaria en el Hospital Ramón y Cajal de Madrid hace siete u ocho años donde se percataron de un aneurisma en la fosa iliaca derecha. Por aquella época tenía 20 mm. Y de exploración en exploración, año tras año, se llegó el mes pasado a 40 mm. El equipo médico decidió operar de inmediato. Así que, sin otros preámbulos, (ni siquiera avisé a conocidos, familiares ni a amigos), al día siguiente de internarme, me operaban. La mañana que siguió a la operación, detectaron que no había pulso en la pierna derecha. Otra vez directo al quirófano. Y así hasta tres veces en cinco días. Total, tres operaciones de aneurisma en la iliaca derecha en 5 días, lo que ya es especialmente complejo y para el intervenido, agotador. Una de las repeticiones se debió a que me contaminó una bacteria. Cuando me fui recuperando de la tercera anestesia, uno de los cirujanos que habían intervenido me preguntó: ¿qué tal está usted José María? Doctor, le garantizo que no tiene usted en todo este enorme hospital a nadie con más motivo para estar muerto que yo.
Així mateix
Un mes más tarde
07/08/20 0:00
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