Les coses senzilles
Velar a la luna
Leo que en discotecas y bares no se respetan las distancias de seguridad que se recomiendan para evitar contagios del coronavirus; consecuentemente se ordenó el cierre de algunos locales y la restricción de los horarios de otros. La palabra maldita se llama ahora «rebrote» y se refiere al hecho de que el virus no ha muerto en verano, como pensaban algunos, y la relajación puede conducir a males peores. Todo esto tiene graves consecuencias para nuestra economía, cuyo motor sigue siendo el turismo –un turismo moribundo con las cuarentenas que imponen algunos países-, de modo que la frase «habrá más pobres que muertos» vuelve a cobrar dramática actualidad. Otra frase premonitoria podría ser «ya veréis cuando llegue el otoño». El largo y cálido verano será más largo que nunca. Durante el crudo invierno podríamos volver a estar confinados. Y ahora la culpa de todo esto se la achacan a los jóvenes, que no han cometido otro pecado más que ser jóvenes y hacer lo que hacíamos nosotros cuando éramos jóvenes: vivir despreocupados del futuro. El pasado no existe -piensan ellos-, el futuro no ha llegado; vivamos el presente. En fin, nada nuevo bajo el sol, aparte del ‘nuevo' virus y la llamada «nueva normalidad» Por cierto, se está demostrando que la nueva normalidad es totalmente normal: los jóvenes siguen siendo jóvenes y los viejos ya ni se mueren.
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