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Analizando con tranquilidad después de los días transcurridos la sentencia del procés, no hace falta tener grandes conocimientos jurídicos para sentirse profundamente sorprendido. En la sentencia se dice que los líderes catalanes eran conscientes de que no era posible la secesión unilateral, pero la usaron como «señuelo», es decir, que estuvieron engañando a sus seguidores, montado una performance, una «quimera». El Supremo entiende que en el fondo las autoridades catalanas lo que pretendían era forzar una negociación, y puestos a entender, parece que también entendieron que la violencia que existió según la sentencia, no estaba directamente encaminada a lograr la secesión… ¿…?

Es como si ahora cuando desde la Generalitat se arenga a los independentistas a tomar calles, carreteras y aeropuertos, se dijera que no se está arengando a la ciudadanía, simplemente se está «reordenando la pacífica protesta para que todo transcurra en paz y armonía», y de esta suerte, el hecho de que se cancelen un centenar de vuelos lo dejaríamos en algo anecdótico.

Según lo escuchado en televisión y leído en algún periódico, puede resultar llamativo que al final la llave de cómo van a cumplir la condena la vaya a tener nada más y nada menos que la Generalitat. Supongo que bajo el control del juez de vigilancia penitenciaria.

¡Hombre! a Pedro Sánchez le ha venido Dios a ver, porque ya no le van a presionar con una amnistía o un indulto. En cualquier caso, a los ahora condenados les ha ido bien ser juzgados por secesión y no por rebelión, donde las penas impuestas probablemente se habrían agravado sensiblemente; eso haciendo un esfuerzo se puede comprender, lo que ya cuesta más es pensar que sea cierto que la Generalitat vaya a tener algo que ver sobre cuándo podrán ir sólo a dormir a la penitenciaría.

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Los ahora condenados sabían perfectamente que lo que estaban haciendo lo contempla el Código Penal y que no les podría salir gratuito. Con mayor motivo me parece a mí, según lo manifestado por la sentencia, cuando se desprende que estuvieron engañando a sus seguidores, como ahora, que Puigdemont alienta desde su refugio europeo a que los catalanes sigan embolicant mes la troca. Se me antoja ese personaje como aquel cobarde que se escondía sin saberlo en medio del campo de batalla ¿cómo puede con la cabeza alta dirigirse a los secesionistas para pedirles que sigan dando la cara cuando él se ha cuidado mucho de todo lo contrario?

La sentencia puede ser recurrida en amparo ante el Tribunal Constitucional, si los condenados quieren interponer una demanda ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos. Procesalmente antes, tendrán que pasar por el Tribunal Constitucional como requisito previo. En cualquier caso, les resultará difícil alegar que se han vulnerado las garantías procesales.

Mientras los penados ven con temor los años de cárcel que les toca a cada uno, los ‘valientes' fugados en Bélgica, Suiza y Escocia, están expectantes ante otra petición de busca y captura. En cualquier caso, no pueden de momento volver ni a España ni a Catalunya. Tampoco parece que sientan el coraje y el compromiso del compañerismo, no parecen estar ni de lejos dispuestos a pasar el trance del banquillo, que les llevaría probablemente a correr la misma suerte que sus correligionarios en su performance de su independencia catalana.

Al contrario de lo que dice Pedro Sánchez, yo no creo que con la lectura de la sentencia del procés, el separatismo catalán pueda dar por fracasada su intención independentista, más bien soy de creer lo que dice la vieja sentencia: cuando el tonto sigue la linde, la linde acaba y el tonto sigue.

En cualquier caso, señor Torra, hágase un favor a sí mismo y decídase si quiere ser activista o Molt Honorable, comprenderá usted que no se puede por la mañana arengar a la gente y por la tarde mandarle a los mossos para disolver la manifestación que usted por la mañana apoyaba. En cualquier caso, cómo puede todo un presidente de la Generalitat decir: lo volveremos a hacer.