El debate de investidura del lunes 22 de julio dejó muestras palpables de la discrepancia entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias. Además, para mí me sirve para reafirmarme que en un cara a cara Sánchez- Iglesias, el secretario de Podemos gana con absoluta claridad. Pero lo llamativo, lo fundamental, es el reiterado testimonio de la falta de empatía entre ambos políticos. Tanto es así que da qué pensar si finalmente llegan a formar coalición porque no les auguro una legislatura nada tranquila, a no ser que aprendan a moderarse. Si se me permite el ejemplo, es como el divorcio cuya primera condición para que se dé es que previamente haya boda. En el horizonte político de socialistas y podemistas se ven los nubarrones de la discrepancia, un tirarse las ofertas a la cara públicamente, incluso cuando la audiencia se supone numerosa frente al televisor, caso del debate del lunes. Y ni aun así fueron capaces de tener la ética exigible que haga primar un mínimo de decoro en el lenguaje político tan necesario en quienes quieren ir cogidos de la mano a una investidura para llevar luego a buen puerto cuatro años de legislatura de por sí seguramente compleja. De no moderarse podrían acabar en nuevas elecciones aunque estoy convencido que llegarán a ponerse de acuerdo para que tal cosas no suceda pues ir a elecciones no garantiza que las cosas pudieran mejorar porque estamos en un bucle de intereses entre las distintas clases políticas. Por cierto, y soy reiterado en ello, de un perfil que veo bastante bajo. Aquí nadie está dispuesto a ceder y si se cede, se hace a última hora como hizo Pablo Iglesias.
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Debate de investidura
26/07/19 0:00
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