Les coses senzilles
Insultos
No sé por qué insultamos a la gente, tal vez por propia debilidad. Tendemos a hacerlo en situaciones de nerviosismo, como cuando estamos al volante de un coche, o de envidia, como cuando alguien destaca en una tarea que nosotros también sabemos llevar a cabo y creemos que podríamos hacerlo mejor. Es curioso que, en el caso de conducir un coche, generalmente no somos profesionales. Llorenç Villalonga, el escritor mallorquín, solía decir que hoy en día todos tenemos dos oficios, cuando menos: el nuestro y el de chófer, porque todos tenemos coche. No somos profesionales y, además, cuando insultamos al volante generalmente no nos oye el destinatario del insulto, a menos que acompañemos la increpación verbal a golpe de claxon o de destellos de luces. Tampoco somos profesionales de la envidia, aunque ya dicen que la envidia es el deporte nacional; pero también aseguran que los oficiales del mismo oficio generalmente no se pueden ver entre sí.
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