Violencia, odio, intolerancia, ira. Un camino equivocado que tiene gran poder de atracción. Posiciones irreconciliables sin capacidad de diálogo ni negociación. Ganadores y perdedores. Radicalismo, extremismo, egocentrismo. Mentalidades totalitarias que aspiran a imponer su opción a base de borrar, negar, reprimir y condenar otras opciones. Mentes obtusas que no saben que lo son. ¿Hasta cuándo vamos a seguir con ese horizonte de división que nos empobrece a todos, haciéndonos perder todas las oportunidades?
Negar las leyes no exime de su cumplimiento ni de las responsabilidades. Las falsas esperanzas que no tienen en cuenta a los que no piensan ni sienten como nosotros conducen a callejones sin salida. Ojalá podamos dejar el duelo y recuperar la alegría de la sana convivencia, del respeto a la diversidad, de la cooperación para conseguir metas que nos unan por encima de las sanas divergencias. Algunas actitudes deberían darnos vergüenza. Estamos echando a perder lo que costó tanto conseguir. Ya no sabemos escuchar. Demasiado alboroto y ruido mediático.
Pero llegará el día, como llega la primavera a la naturaleza, en el que volveremos a convivir en paz y harmonía. Construiremos algo juntos. Nos perdonaremos unos a otros. Habremos entendido que nuestra seguridad depende de la seguridad del prójimo. Que se vive mejor superando lo muerto, y cuidando la vida que nace para que consiga florecer sin miedos y sin traumas.
