Vivimos en una isla de 53 kilómetros, con una carretera interminable. ¿Es la incompetencia endémica o está repartida por todo el planeta? ¿Cuánta felicidad encuentras por metro cuadrado? ¿Está la tolerancia en peligro de extinción? ¿Alguien comercializará conserva de la biosfera?...
El papel de la mujer y el del hombre están íntimamente ligados. Cualquier cambio en uno de ellos, afecta al del otro. Hombres y mujeres buscan su lugar en una sociedad que se sigue transformando y dejando obsoletas muchas cosas. Cuesta distinguir entre lo fundamental que no deberíamos perder, de lo accesorio que conviene renovar. Esos roles no han dejado de cambiar, atravesando mil vicisitudes a lo largo de la historia. ¡Cuántas personas siguen quedando todavía por el camino! ¡Cuántos hombres y mujeres se sienten extraviados en su propio laberinto!
Generalizar bajo una etiqueta es propio de un racionalismo que maneja mejor las ideas que las personas. Porque las personas reales muestran una diversidad prodigiosa. Querer uniformar lo heterogéneo es la tentación recurrente de todas las tiranías.
No se puede hacer demagogia utilizando a las mujeres. Ni vivir a la antigua usanza. Hay que inventar el futuro sin renunciar a lo complejo, pues lo fácil nos precipita rápidamente cuesta abajo.
Confundir la igualdad de derechos con hablar de manera incorrecta es absurdo. Expresarse con propiedad, es una propiedad muy valiosa que algunos nos quieren arrebatar.