Un, dos, tres, abajo el turrón y el lechón, vaya panzada de comer, a tragar como si no hubiera un mañana. Al vermú, a las cañas, unas tapitas para no cocinar, cena sin final, un poco de piña para bajar, café solo doble para no dormirse, turrones que el azúcar reanima, copa digestiva. Don´t stop, hasta el infinito y más allá, que no decaiga. Ya habrá tiempo de los arrepentimientos, de las culpabilidades, de los pantalones que no abrochan, de las listas de propósitos, a saber: dejaré de fumar, me pondré a dieta, me apuntaré al gimnasio, me acostaré más pronto, no consumiré compulsivamente cosas que no necesito, reciclaré el vidrio y no usaré mas toallitas que no sean biodegradables, cogeré más la bici y menos el coche, haré más el amor y me enfadaré menos para evitar las úlceras y así bajar el consumo de Almax, dejaré de votar a partidos que explotan a los más débiles y enriquecen a los más ricos... vamos, el clásico inventario de los deseos incumplidos.
Cuatro días le quedan al 2017. En cuatro días se pueden hacer muchas cosas, o se puede no hacer nada, cada cual a su bola, y a su ritmo que ya somos mayorcitos. Supongo que la mayoría de ustedes, queridos lectores, están inmensos en la vorágine propia de estas fechas, si es así no pasa nada, relajarse y frivolizar son armas estupendas para sobrevivir, ya saben que los que van siempre de intensos y alternativos son unos cansinos. Porque todos somos contradicción, mantengamos lejos a los tautológicos, a los que piensan que tienen la verdad verdadera. Esos son muy peligrosos y suelen tener muy mala hostia, hacen poco el amor, forma elegante de hablar de sexo.
Los hay también que están currando como locos, sabemos que en la sanidad, la hostelería, la seguridad, el transporte, los servicios sociales en la atención directa a personas mayores, a personas con discapacidad, a menores, en fin, en todos los curros que van a turnos, no hay festivo que valga, si toca, toca, para todos ellos el abrazo más cálido. Sí, sé que soy un ventajista, porque soy uno de ellos, pero es lo que hay, cuando vivimos tan de cerca ese clasismo que aumenta la desigualdad a marchas forzadas, creo que no está mal que los de abajo mostremos cierto corporativismo para defender lo nuestro. Se perdió la conciencia de clase, porque cualquier bobo con un vídeo se creía clase media, sin embargo deberíamos conservar la solidaridad que da no tener cuentas en Suiza.
Perdón, perdón y mil veces perdón, por el mitin que les he soltado, pero entre escribir lo que me sale de las dos neuronas y llenar el artículo de tópicos y frases hechas propias de estos días, saben perfectamente por lo que me decanto. Y no me apetece nada hacer balance, ni dar consejos. En este mismo artículo se ven mis contradicciones, y se comprueba que siempre escribo sobre lo mismo, porque a mí me parece lo fundamental. Por eso año nuevo, vida vieja, pero en el sentido de saber lo que usted va a encontrar en estas líneas, no en el sentido de repetir errores, aunque me temo que de eso también habrá y mucho.
Y para acabar, y dejadles tranquilos saliendo de un año para entrar en otro, me gustaría que no olvidáramos que somos privilegiados residentes en Menorca, que tenemos un regalo de isla y que cuando levantamos la vista vemos generalmente belleza, pero que en nuestra roca también hay personas que las pasan canutas para sobrevivir, y como la solidaridad empieza por lo cercano, deberíamos ponernos a ello. Feliz último jueves del 2017.
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