TW

Escribo estas líneas acompañado de Ana, y desgraciadamente no es una amiga sino una borrasca que no se deja nada para ella y viene acompañada de una ciclogénesis explosiva. Les confieso, queridos lectores, que la primera vez que escuché ciclogénesis explosiva pensé que estaban hablando del fin del mundo, que por fin se estaban haciendo realidad las profecías de Nostradamus y nos íbamos todos al carajo a ritmo del reguetón, que es la peor manera de irse.

La borrasca Ana es la primera que llega con nombre propio, al parecer varias agencias de meteorología europeas han decidido bautizar a las borrascas que puedan causar daños significativos a bienes y a personas. Ya tienen una lista preparada, así las siguientes borrascas atlánticas de este tipo se llamarán Bruno, Carmen, David, Emma, Félix, Gisele, etc. Dicen que de esta manera se facilita la cooperación, y además han tenido el sentido común de hacer la lista de manera no sexista, porque intercalan masculino y femenino para nombrar a estas borrascas tan chungas. Ojalá se vaya superando el patriarcado arcaico que dice, y piensa, que lo bueno es «cojonudo» y lo malo es un «coñazo».

Cuando los fenómenos meteorológicos causan la muerte de personas, se suelen presentar como algo irremediable, como si fueran el designio de Dios, de cualquier de los dioses a los que se venera alrededor del mundo. Bajo esta creencia Dios trae la lluvia o la sequía, las tormentas o la calma, los tsunamis o los mares como un plato, y ante la fuerza del ser superior nada puede hacer el insignificante hombre. Así nos ahorramos explicarle a la gente la cantidad de años que llevamos tocándole los ovarios a la madre Naturaleza, y que mucho de lo que esta pasando tiene responsables con nombres, apellidos, yate y mansión. Algunos estudios sugieren que la magnitud de los desastres naturales se ha intensificado como consecuencia del cambio climático, originado por la contaminación y el calentamiento global. Chúpate esa, Eolo, el viento será cosa tuya, pero en el hecho de que cada vez haya más huracanes, nosotros hemos metido mano.

Noticias relacionadas

La manera en que hemos explotado la Tierra hasta crujirla, el nivel de consumo loco, unido a la falta de inversiones en la actuación en caso de fenómenos meteorológicos que causan graves daños, hace que cuando pasa alguna desgracia los politicuchos de turno se pongan el casco blanco y se hagan una foto en la zona afectada, para luego volver a las poltronas de poder y hacer negocio con todos aquellos a los que les importa la Naturaleza lo mismo que las personas pobres, nada de nada.

Tengo la suerte de que Ana me ha pillado en Menorca, y aquí su impacto ha sido menor, y además la isla conserva esa etiqueta tan chula de Reserva de la Biosfera. Aún así nuestro aire ya no es tan limpio, nuestras aguas ya no son tan cristalinas, nuestros pozos ya no están tan llenos, nuestro campo agoniza, y los amantes del cemento siguen sin bajarse del burro. Si no mimamos con suma delicadeza a nuestra bella roca mediterránea, no habrá futuro para ella.

Sí, ya sé que cuando todos están mirando los juegos de encuestas y banderas, o los escaparates de Navidad, hablar de estas cosas no interesa, pero qué quieren que les diga, si no escribo de lo que me importa, y ese «me importa» me sale de las tripas, no merece la pena que escriba. El aplauso fácil, los panfletos y los superventas se los dejamos a otros con más ego, y seguro que con más talento. Feliz jueves, y que llueva con calma que es lo que hace falta.

conderechoareplicamenorca@gmail.com