Mucha es la polvareda que levantó la exposición «Animal Collective», que terminó en enero de este año en el palacio municipal de Cibeles de Madrid. Por lo visto recogía algunas de las tendencias de vanguardia en el cómic y la ilustración europeos. Pero se alzaron muchas voces en contra de ella, pese a que a la entrada se avisaba de la dureza de las imágenes y de que no eran adecuadas para niños. Contenía, eso sí, dibujos de violaciones, escenas de sadomasoquismo, torturas mitológicas, imágenes irreverentes, todo servido en forma de viñetas, pósters, esculturas y vídeos. Ya sé que agua pasada no mueve molino, pero creo que acontecimientos como este dan la medida de cómo ha cambiado en muy pocos años la sociedad en que vivimos. Recuerdo que cuando era estudiante de sexto de Bachillerato un profesor religioso me rompió un librito del Museo del Prado, que había recogido para la asignatura de Historia del Arte, porque contenía cuadros de desnudos debidos a grandes maestros de la pintura. Más adelante supe que ese profesor se había salido de cura, se había casado y afiliado al Partido Comunista. Lo que da idea de que sí, que hoy las ciencias adelantan que es una barbaridad, como se decía en «La verbena de la Paloma», es una brutalidad, es una bestialidad.
Les coses senzilles
Cómo hemos cambiado
14/08/17 0:00
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