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O el PP tiene mala suerte o gafe, si no, no se explica en esa industria de nombrar presidentes autonómicos: Jaime Matas es uno de los notables en empezar el melón corrupto de los señores presidentes autonómicos. Ha estado cuatro días en el trullo pero le quedan bastantes asuntos turbios que aclarar ante la Justicia por lo que no sería nada raro que tuviera que volver a visitar la cárcel. Otro presidente con problemas fue el valenciano Francisco Camps, aquel de «amiguito del alma» o «te quiero un huevo» dirigiéndose al bigotes, al que cariñosamente también llamaba «hijo puta». Pedro Antonio Sánchez, muy a su pesar también ha tenido que dimitir, según parece por problemas judiciales. Y ahora por si en esta cloaca de la corrupción no fuéramos ya más que sobrados, va y pare la abuela, porque se nos ha hecho presunto chorizo nada más y nada menos, que el expresidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio González, que junto a Francisco Granados, eran la crem de la crem como políticos de Esperanza Aguirre, que hay que ver que vista la de esta mujer, una alopecia para ver de lejos para ver de cerca y de zona intermedia a la hora de elegir a los compañeros en el oficio de la política.

La Sra. Aguirre dijo de los políticos designados durante su mandato, que dos le habían salido ranas. Qué modesta es usted señora, porque donde usted dijo dos, resulta que va a dejar usted a veintiséis imputados, o sea, una charca tan llena de ranas que su paso por la política madrileña se la puede ir llamando con razón, cantarranas.

Políticos poderosos encumbrados normalmente a dedo a las excelsas glorias del despacho oficial, por supuesto enmoquetado, secretaria, coche, chófer y guardaespaldas, y unos salarios que en estos tiempos de penuria, me refiero a los trabajadores de 700 euros mensuales, deberían de dar verdadera vergüenza, y si eso fuera todo lo malo, no sería tan malo, porque es que encima hay que apechugar con esa repugnante industria de ver como algunos de esos sujetos se han estado enriqueciendo sin ningún tipo de escrúpulo. Políticos que ni siquiera se dan cuenta de cuándo y porqué la vergüenza les abandona, y lo mismo en su golfería ni se ruborizan, cuando afirman públicamente que están para prestar un servicio a la sociedad.

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Automáticamente el PP ha suspendido de militancia al tal Ignacio González; ahora solo falta que cuando un periodista le pregunte a algunos de los mandamases del PP por este ilustre exmilitante de su partido, salgan con esa tontería por no querer decir gilipollez de: «no, si ya no está en el PP», ¡no foti hombre, no foti! No sigan tratando a la ciudadanía como si ésta fuera lela de toda condición, porque a este paso (y es un consejo gratuito) ahora que el señor presidente ha sido citado por un juez como testigo, vayamos a fastidiarla y alguien diga: Rajoy… ¿dice usted Rajoy que ha sido citado como testigo? No, si ya casi no está en el PP. Esos lapsus linguae se pueden dar cuando en la mente se tiene costumbre de no llamar a las cosas por su nombre.

Nada es más letal para la política que la corrupción y en ese aspecto el partido de Rajoy está lamentablemente hasta las trancas. No es fácil juntar en un mismo partido tanto corrupto entre presuntos o ya declarados como tal por la ley.

Lo peor, lo asfixiante, es ese sentimiento generalizado de que esto no hay quien lo arregle, entre otras cosas por que quién puede hacerlo y que la ciudadanía se lo creyera, debería de empezar por arreglar antes la corrupción de su propio entorno.