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Sergi Enrich se ha ganado un espacio indiscutible en el selecto grupo de los mejores deportistas menorquines de la historia, incluso ahora cuando su carrera profesional todavía se halla en acusada progresión.

Cualquier profano en la materia futbolística insular sabrá poner en valor la carrera de este joven ciutadellenc si comprueba que desde su llegada a la Primera División la pasada temporada, aunque debutara testimonialmente en 2010, hacía casi 30 años que ningún otro futbolista nacido en la isla había alcanzado la élite del fútbol español tras la retirada de Joan Capó en 1988.

Enrich ha sabido hacerse a sí mismo superando la separación del núcleo familiar con apenas 14 años, y el golpe anímico que supuso tener que salir del Mallorca por la puerta de atrás.

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Admito que no le auguraba un futuro consolidado en Primera División, pero Sergi ha convencido a todos y hoy es un delantero cada vez más cotizado. Su fútbol, agresivo, directo y con gol es un reclamo para la Premier inglesa si no da el salto antes a otro club español con más pedigrí que el Eibar.

El pasado lunes la Federació Balear le homenajeó merecidamente con su máxima distinción, la bota de oro. El presidente, Miquel Bestard, le ensalzó situándolo como ejemplo para niños que sueñan con llegar al fútbol profesional.

Sin embargo Sergi Enrich se ha visto envuelto en un escándalo mayúsculo, recientemente, debido al vídeo sexual que ha circulado por las redes. Otras conversaciones posteriores del jugador, también reproducidas, han incrementado su pésima gestión del asunto.

Enrich es una muestra de abnegación, esfuerzo y renuncia a las diversiones de la adolescencia y juventud en pos de un objetivo. Pero su papel en este suceso ejemplifica cómo no debe actuarse. Próximo a cumplir 27 años, ya no es un recién llegado y debería haber advertido el peligro que suponía la grabación de un acto libre y privado por la implicacion de tercera personas, que siempre quedará vinculado a su buen nombre.