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Jugando con el titular, cambiamos la 'k' por la 'c', y trasladamos el acento a la primera 'a'. Ahora sí que saben de lo que voy a hablar. Aviso esta columna es 100% escatológica, abstenerse aprensivos. Llegó ese momento maravilloso de la evolución humana. Vale que me he adelantado, pero tengo que aprovecharme del verano y del buen tiempo para quitarle el pañal. Creo que para navidades mi hija ya sabrá ir al baño o por lo menos ese es mi reto que no el de mi hija de 23 meses. Y esto lo matizo, es mi reto por lo tanto paciencia porque ella ni lo ha pensado ni se lo ha propuesto. Si me preguntaran qué es lo más difícil de la crianza, sin lugar a dudas respondería «quitarle el pañal». Si tuviera que expresarlo con un emoticono sería ese de la carita sonriente y una gota de sudor al lado. Eso sí, me tengo que recordar mil veces «disciplina positiva».

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Aplaudo cuando hace pipi. Cuando hizo caca -que yo recuerde en el water- le hice una fiesta besándola, aplaudiendo. Pero nada, sigue haciéndoselo a lo Moglie en la pura selva. Cuando hemos conseguido que diga 'pipi o caca' ya se lo ha hecho encima. El pipi más o menos bien. Pero la plastilina de color marrón no hay manera. Brrrrr! Las braguitas ya se las compré blancas con la intención de sumergirlas en lejía muchas veces. Combino braguitas con pañal que hace también de braguita. ¡Es desesperante! nos hemos planteado 'tirar la toalla' y volver al pañal pero su profe nos anima a que sigamos. Ahora es un 'no stop'. Y una locura, sobre todo cuando salimos de paseo. «Papá, mamá caca», y una voz masculina potente le dice «¡no caca, ahora no caca!». Llevamos a la niña loca, que si ahora sí que si ahora no. Después son los sprints en casa, «corre que la niña se hace caca» no porque te lo haya dicho sino porque la ves con la intención de hacer. En la búsqueda de cómo hacer entender a mi hija que vaya al baño le contamos cuentos ilustrados con sus correspondientes sonidos. Le hacemos canciones expresamente para ese momento.  Le enseñamos dibujos al respecto en Youtube. Hasta le hago la demo. Sí, lo reconozco «a ver si imita a mamá». Y nada, de nada. Lo mejor de todo es que mi hija me aplaude cuando hago pipí. Me anima a ir al baño a hacer caca. Y riñe a nuestro perro diciéndole «pipí as water». Paciencia, porque después viene su hermano. Sé que pasará este momento y tendré en mi memoria todas estas secuencias escatológicas que luego pasan a ser entrañables cuando ves que ya no te llama para ir al baño, ni nos inventamos más canciones para que haga 'sus cosas' en el water.