A los 14 años tú y yo éramos un proyecto de adolescente inaguantable, preocupados más por el qué dirán que por lo que decíamos, con aspiraciones bravuconearías y la intención de comernos el mundo, apartando las verduras a un lado claro. A los 14 andábamos enfrascados en coleccionar a todos los Pokemons, dándole largas a lo de hacernos mayores y siendo, para qué negarlo, algo malcriados. A los 14 años, Malala Yousafzai se debatía entre la vida y la muerte después de que un grupo de talibanes de los más valientes que se contempla en la faz de la Tierra la asaltara a la salida del colegio y le pegara un tiro en la cabeza. Concretamente la bala le entró por la oreja y le salió por el cuello. Ahora, tres años después, se sabe que ocho de los 10 monstruos que tuvieron las agallas de apretar el gatillo a quemarropa cuando encañonaban a una cría que lo único que había hecho era luchar por el derecho a la educación para las niñas paquistaníes, no han pisado ni de lejos cárcel alguna. Otro caso de aquella justicia injusta.
Asseguts a sa vorera
Justicia injusta
06/06/15 0:00
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