Decidí comprarme un terreno en el Viejo Oeste, detrás de las Montañas Rocosas. Era un lugar salvaje, poblado por muchas tribus de indios. Me dijeron que no iba a durar ni un día, que los unos o los otros me darían caza y me cortarían de cuajo la cabellera. Pero entonces yo ya era muy tozudo, y crucé las montañas caballero sobre un asno garañón, con unos cuantos víveres y una cantimplora. Me dijeron también que no iba a llegar a mi destino, que los indios iban a quemarme en una hoguera, atado a un poste, dando gritos como energúmenos y saltando a mi alrededor. Pero llegué. Claro que vi cientos de ojos acechándome detrás de la maleza, intuí arcos tensados dispuestos a clavarme una flecha, pero llegué sano y salvo, sin que nadie me molestara. Lo primero que hice al pisar el terreno que había comprado fue vallarlo como Dios manda, para poner de manifiesto mi acta de propiedad. Lo segundo debió de haber sido lo primero, porque había sudado la gota gorda: construir una acequia hasta el río, para suministrarme agua fresca. Lo tercero fue desplegar los planos que me había hecho un arquitecto amigo mío y ponerme a excavar los cimientos. Mientras lo hacía reía para mis adentros: je, je, allí no vendría a coartar mi libertad ningún inspector del ayuntamiento.
Les coses senzilles
100 tumbas
02/02/15 0:00
También en Opinión
- Hospitalizado un menor tras caer de un tercer piso en Ciutadella
- El Menorca Music Festival revela parte de su cartel: Melendi, La Oreja de Van Gogh...
- Crecen los particulares que alquilan sus coches en Menorca para enfado de los 'rent a car'
- Castell Menorca, solidaridad doble con sus abarcas
- Los propietarios de Binibèquer Vell activan este miércoles la reducción del horario de visitas
1 comentario
Para comentar es necesario estar registrado en Menorca - Es diari
... No te fíes de tu amigo el indio serial killer.