En la pasada semana de Todos los Santos, viendo que el tiempo había decidido venir de buen tempero, me dio por darme un garbeo por si sonaba la flauta, en un barranco al sopié de una solana, donde els esclatasangs a veces madrugan en la temporada aún por venir. Tiene la zona un pinar inmenso en la provincia de Guadalajara, donde no es por eso nada raro toparme con una entrada de becadas (segues), que de momento este año no ha sido el caso. Pero lo que no suele fallar nunca es el «bufido» y el ruido atropellado, rompiendo monte, de algún jabalí que te deja la adrenalina que se te sale por la boca. Si se da el caso de que el guarro tiene arrobas sobre los lomos y nos enseña las navajas sobresaliendo por encima de las retorcidas amoladeras, este micólogo que suele ir solitario a sus cuidados buscando esclatasangs, les confiesa a ustedes que aun estando muy bregado en esta industria, le da el canguelo. Sí…aquella mañana otoñal me rilé, a ver si la vamos a liar parda, me dije, armado como iba con mi cesta de esparto y una mísera navajita más bien escasa hasta para pelar una manzana. ¡Menudo armamento!
Així mateix
Un hongo muy curioso
Los catalanes le dicen 'bolet de femer' y en vascuence 'urbelt'. Se le puede encontrar a partir de mayo hasta junio, común en bosques de planifolios y en los jardines sobre madera marcescente
12/12/14 0:00
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