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Aunque no se lo crean, queridos lectores, todo es moda y diseño. Sé que muchos se resistirán a aceptarlo, de hecho a mi me costó un tiempo asumir que era imposible escapar de sus garras. Y me costó porque relacionaba moda y diseño con desfiles de alta costura, con ropas y joyería para ricos o muy ricos, con relojes y coches de alta gama solo al alcance de la elite millonaria, con bolsos y complementos a los que son muy dados nuestros corruptos, ya saben.

Sin embargo la moda y el diseño están presentes en nuestra vida nos guste o no. Desde el color de la tapa del váter hasta la silla en la que nos sentamos, desde la ropa interior que llevamos hasta las gafas que nos ponemos, desde los juguetes de nuestros hijos hasta los teléfonos móviles que usamos, en todo hay diseño y en todo influye la moda.

Por más que nos creamos libres para elegir donde viajar, que cosas comer o que música escuchar, lo cierto es que nuestro margen de maniobra es mucho más estrecho de lo que nos pensamos, porque nuestras decisiones, aun inconscientemente, están marcadas por nuestra biografía sin duda, pero también por la moda, el diseño, la tecnología, el dinero y el contexto. Se calcula que recibimos de media unos 3000 impactos publicitarios al día, lo que representa un millón al año, los mismitos euros que se gastaba cualquier consejero de Bankia en una noche loca, casi nada.

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Incluso si decide comer pan de espelta en lugar de pan blanco, o ver solo cine asiático, o comer yogures de soja y maldecir la leche de vaca, o quedar con amigos noruegos para leer poemas afganos, incluso así encontrará revistas especializadas, blogs, páginas web, tiendas, que le recomendarán dónde comprar los productos que usted quiere consumir, es más, cuáles debe consumir y cuáles no, todo depende de los gurús de turno que marcan el camino. Sí señores, en lo alternativo y minoritario también existen las modas.

La moda también llega a temas más macabros, más oscuros. Hace aproximadamente un año a un tipo de Inglaterra le dio por disfrazarse de payaso siniestro al estilo del famoso payaso Pennywise de «It», una película de terror basada en una novela de Stephen King. Al parecer el sujeto no tenía nada mejor que hacer que pasearse por las calles de su pueblo disfrazado de payaso siniestro con una cabeza de un oso de peluche en la mano asustando a los transeúntes. Orgulloso de sus hazañas colgó fotos en Facebook y de ahí se disparó al resto del mundo. Aparecieron payasos siniestros en Waco, USA, en Francia y recientemente llegó a nuestro país, concretamente a la ciudad de Oviedo. El payaso patrio debe creerse que al disfrazarse de semejante guisa y colgar fotos amenazantes en internet su fama será mundial, y a partir de ahora Asturias no se será conocida por su fabada, su sidra o sus increíbles paisajes, sino porque un iluminado se disfrazó de payasito siniestro. Hay gente que está muy mal del coco, que se aburre y que tiene mucho tiempo libre. Los payasos siniestros demuestras que hasta la gilipollez más friki puede ponerse de moda.

A mí me parece normal que la gente modesta tenga cierta uniformidad, solo puede comprar en las tiendas más baratas. Pero que la mayoría de ricos vistan iguales y hagan lo mismo denota falta de criterio. Imagino que cuando uno hace dinero quiere que se le note, si no pueden enseñar el Ferrari a nadie es como si no lo tuvieran, y por ahí no pasan porque la modestia y la solidaridad para algunos nunca estuvo de moda.

conderechoareplicamenorca@gmail.com