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Cualesquiera de nosotros sí, sin ninguna duda y además les digo que ni el lucero del alba nos libraba de ir unos años al «talego». Pero Jordi Pujol… no fotis! Lo primero que sucederá si las cosas se le ponen a este presunto evasor de impuestos al por mayor de un mal poner, será la increíble dilatación de un largo, mejor dicho, interminable sumario. Eso contando con que un juez logre que sea imputado en firme, que esa es otra. Si finalmente es así, pasaran años hasta tener los preliminares de un proceso judicial culminado, sólo ya a expensas del juicio y Pujol no está para mucha dilación, no vaya a ser, dios no lo permita, que además de haber prescrito sus pecados acabe por prescribir también el pecador. Ya les digo que le va a pasar poco o nada, como sucede con estos personajes.

Me resulta bochornoso, francamente deleznable, que este hombre le diera su nombre a una fundación que fíjense qué paradojas tiene la vida, la fundación tenía como mejor razón de ser dedicarse a la moral y a la ética política. ¿Ética y valores? «Casi nada lo del ojo y llevaba el ojo en la mano», «manda huevos» que diría, ahora sí con razón, don Federico Trillo. Mismamente como aquellos héroes que en el fondo sólo son cobardes que se esconden en un campo de batalla. Este presunto evasor de impuestos escondía su inmoralidad aupado a la más alta jerarquía de la política catalana. Y confesado lo confesado, lo de «Espanya ens roba» queda como Cagancho en Almagro. ¡Qué cosas! Un evasor de impuestos dando lecciones a la ciudanía de moralidad… Vamos, como quien pone en su desvarío a la zorra a guardar gallinas.

¿Cómo puede haber personajes de este cariz, tan creídos de sí mismos y tan adorados por unas instituciones generosas y una ciudadanía a veces bobalicona, recibiendo todos los honores y oropeles y que luego tengan una fortuna en un paraíso fiscal durante más de tres décadas; para rematar, con una absurda y torpe simpleza de colegial en párvulos para explicar lo inexplicable viniéndonos a decir que no había encontrado el momento para regularizar conforme la ley de su país, sus obligaciones con la hacienda pública durante treinta y cuatro años? Si un político en la cúspide de su poder defrauda a la hacienda pública, ¿qué clase de cara hay que tener para decir a la ciudadanía que hacienda somos todos?

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Pero no crean que de estos «cara dura» solo hay dos o tres ejemplares. El viernes 2 de agosto de 2013, según consta en mi archivo, en el canal Cuatro, programa «Te vas a enterar», el columnista de «El Mundo» Raúl del Pozo dijo: «Seiscientos millonarios españoles tienen dinero en Suiza». ¿Cotiza esa gente a la Hacienda española? Eso debería decírnoslo el señor Montoro. Pero la pregunta es ¿por qué esos patriotas tienen los millones en paraísos fiscales?

Aquí, en ese oficio de corrupto, al paso que vamos, dentro de cierta élite, lo único verdaderamente incorrupto va a ser el brazo de la santa de Ávila.

Además de lo del patriarca, ya ven que el resto de la familia Pujol Ferrusola huele más bien a cloaca que a otra cosa. Al patriarca nombrarle ahora molt honorable Jordi Pujol, me parece una indecencia, un sarcasmo. Que por cierto, si es verdad como se dice ahora que en Catalunya todo el mundo se lo barruntaba, algunos parecen incluso afirmarlo, pes si eso fuera verdad hay muchas formas y muy sutiles de ser causa de la causa y en justicia, el que fuere causa de la causa, por acción o por omisión, deberá ser incluido dentro de la causa del mal causado.