El refranero asegura que a buen entendedor, pocas palabras bastan. Esto me lleva a pensar lo contrario, que a mal entendedor, muchas palabras no bastan. En efecto, a veces me he encontrado con hombres y mujeres con los que no hay manera de entenderse. Es como aquello del diálogo de sordos, que es lo que a veces he visto en televisión donde dos o tres contertulios intentan imponer su opinión hablando todos a la vez: nadie escucha a su interlocutor, y no hay peor sordo que el que no quiere oír. También dicen que las paredes oyen, y sin embargo hay personas que son peor que las paredes: parece que ni siquiera oyen. Lo que es peor, entienden lo que no es o s'ho agafen tot per s'ansa qui crema. Seguro que se han encontrado ustedes con que alguien se enfada por algo que han dicho sin la menor mala intención. Supongo que este hecho es un ejemplo de ruido, como aquello de Nerón, que veía arder Roma desde la roca Tarpeya: «Mira Nero de Tarpeya a Roma como se ardía» y la gente entendía: «marinero de Tarpeya» como ya parodió Cervantes en el Quijote.
Les coses senzilles
Hay muchas
01/09/14 0:00
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