25/05/14 0:00
La vida sin emociones sería una taronja sense suc. El aburrimiento cubriría la faz de la Tierra. La existencia se nos haría interminable, monótona, gris... previsible como un mitin. Somos tan racionales como emocionales. Si nos cuentan un chiste, ¿acaso no nos reímos? Si vemos chapuzas o corrupción, ¿no nos indignamos? Últimamente, nos hemos abonado a las inagotables emociones deportivas, que son un tipo de emoción para gente civilizada (unos más y otros menos) donde hay que enfrentarse y competir sin que llegue la sangre al río. Con fair play o juego limpio, como en los negocios y la política.