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Lunes, 11. Imposible soslayar la terrible efemérides. Leo y escucho y me siguen asombrando (y agotando) algunas ideas que se repiten como mantras.
- Que se sostenga que el vuelco político tras el 11-M se produjo por el atentado, cuando es evidente que fue por la gestión del mismo que hizo el Gobierno, una sarta de mentiras tan evidentes como burdas que soliviantaron a la ciudadanía. Nunca se ha visto que un atentado terrorista ponga a la gente en contra de un gobierno del color que sea, si éste explica las cosas con honestidad y no por intereses electorales.
- Que alguien en su sano juicio pueda seguir pensando en una conspiración de partidos democráticos, cuerpos y fuerzas policiales y tutti quanti para derribar al Gobierno legítimo, máxime conociendo ahora por la investigación de Fernando Reinares que el atentado se decidió en Pakistán ¡un año antes!
- Que Pedro J.Ramírez, Jiménez Losantos y Monseñor Rouco sigan con el raca raca en vez de pedir disculpas a los ciudadanos por su permanente intoxicación.
- Que tampoco pidan excusas quienes rodearon la sede electoral del PP en plena jornada de reflexión y quienes llamaban asesino al entonces presidente del Gobierno.
- Que al susodicho Rouco le preocupe más la unidad de España y los «oscuros intereses de poder» que anduvieron detrás del atentado que la suerte de los inmigrantes o la de los parados.
- ¿No asombra a nadie que en Gran Bretaña nadie diga ni pío sobre conocer toda la verdad sobre el terrible atentado del metro de Londres ni tampoco en EEUU sobre el 11-S? ¿Acaso se sabe todo sobre el asesinato de JF Kennedy? Como sugiere Jorge M. Reverte en «El País», uno tampoco tiene la certeza de que Cospedal o Rouco Varela estén implicados en casos de trata de blancas. A ver si aparecen datos…

Miércoles, 12. Los británicos otorgan a Luis Alejandre la condecoración de Oficial Honorario de la Orden del Imperio Británico y su embajador en España declara que el Reino Unido tiene mucho que agradecerle… ¿Y los menorquines? ¿Cómo pagarle el haber tomado la iniciativa cuando todos nos limitábamos a lamentar la degradación de la Illa del Rei sin mover un dedo?

Viernes, 14. A raíz de mi manifiesta cinefilia, un amigo reivindica las series de televisión a las que es adicto. Las series, me dice, al menos las denominadas de calidad, ocupan hoy el espacio de la gran novela, las obras de teatro y las superproducciones holliwodienses y son esenciales para comprender la mentalidad contemporánea…
Puede que tenga razón mi contertulio y que si hoy día Dickens o Dostoievsky vivieran posiblemente escribirían series de televisión, sería muy propio de una época que tiende a la banalidad y a ley del mínimo esfuerzo intelectual y cuyo icono es el omnipresente twiter, ese lenguaje tan próximo a la primitiva oralidad y tan lejano del pensamiento elaborado. En fin.

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Sábado, 15. Nacimiento de la primavera en Calasfons. El sol tibio reverbera en los espejuelos de un mar surcado por los optimist que desembarcan junto al Vell Parrander donde Pedro nos ha preparado un suculento cap roig. Pero apenas hay gente en esa recoleta rada que nada tiene que envidiar a la muy chic Portofino salvo sus suntuosas joyerías y sus parroquianos de la jet set… Debería haber vida fuera del Camí de Cavalls. Por ejemplo, Calasfons cuando se alejan los gemidos invernales.

Domingo, 16. Nada, que no hay manera. Intento que mi nieta Inés desayune ensaimadas identitarias pero ella prefiere los cereales globalizados. Cuando me deja por alguna que otra princesita, leo en «Es Diari» a mi añorado amigo periodista Juan Carlos Ortego defendiendo a cal y canto las rotondas previstas en el tramo Mahón-Alayor. Sus argumentos son tan sólidos que no hay más que estar de acuerdo con él. Las rotondas son una buena solución, la discrepancia no es esa sino si hacen realmente falta tantas…

Martes, 18. La noticia del más que probable cierre de la «Enciclopèdia de Menorca» sume en la melancolía al suscriptor de primera hora. Hace casi cuarenta años que sus tomos me acompañan en el altillo donde ejerzo de diletante. Los consulto a menudo, sobre todo los de historia. Cuando los observo veo indefectiblemente la figura del Gafas sonriéndome con su mano en los lomos, su criatura…
Bien, no es tiempo de lamentaciones y mucho me temo que tampoco de subvenciones. Se ha acabado el dinero para cosas inútiles. Solo se me ocurren dos soluciones: o reescribir la «Enciclopèdia» en alguna de esas modalidades que erotizan a los adalides de lo nostro en el poder, a ver si sueltan la pasta o acudir al crowdfunding, antes llamado cuestación popular.