No sé por qué hay tanta pasividad por parte de la ciudadanía ante los chanchullos del fútbol. No me resulta fácil comprender, como se les permite una deuda con Hacienda de más de 600 millones de euros. Tampoco me parece que sea para presumir de deportividad o equidad, que la liga se la disputen unos equipos que entre ellos, incluso antes de jugar, ya hay más diferencia que la que podemos apreciar entre el día y la noche. Equipos cuya plantilla no supone lo que cuesta uno o dos jugadores de otro equipo que van a luchar por el mismo premio.
Aunque no es en estas diatribas en lo que quiero basar mi artículo de hoy; me parece más grave, más deleznable y sin duda más impresentable, lo de José María del Nido, expresidente del Sevilla. Un delincuente, un chorizo de pata negra, un ladrón que ha robado dinero público, condenado por ello a siete años de cárcel. Dice ahora, quizá porque está pendiente de un indulto, que piensa devolver lo sustraído que asciende a 2,4 millones más IVA, pero eso aún está por ver. Lo que ya no está por ver, es que la mayoría de presidentes de los equipos de fútbol, 29 en total de los 40, han firmado la petición de indulto, y todo, sin que se les caiga la cara de vergüenza por ello. A esos presidentes solidarios con un delincuente, que ni ha empezado a cumplir su deuda con la justicia y ya le piden el indulto. A los presidentes firmantes, hay que sumar a miembros de la Real Federación Española de Fútbol ¿Cómo se puede tener la dignidad tan embotada? ¿Cómo no hay nadie que se plante y con ese batiburrillo de los indultos diga de una vez por todas: hasta aquí llegó el agua? ¿Cómo se puede tener por ejemplo, a Jaume Matas, campando de la ceca a la Meca sin ponerle bajo siete llaves en cualquiera de esos centros penitenciarios donde están estabulados los delincuentes? Dicen que están esperando a ver si el Gobierno le indulta o no le indulta, cuando lo lógico, lo normal y por ende lo entendible, sería que estuviera cumpliendo la condena impuesta, porque el colmo del indulto, es que ya tenga efectos beneficiosos antes de producirse esta medida de gracia.
Volviendo al tal Del Nido, uno cae en la cuenta, visto el curriculum de algunos presidentes de clubes de fútbol, que éstos tienen mucho en común. Son gente generalmente adinerada, algunos (no pocos) ejercen de funambulistas en la cuerda floja ante lo decente y lo indecente, entre la honra y el descrédito, como acaba de pasar a cuenta de un tal Neymar por parte de Sandro Rosell, o aquella atmósfera hedionda que envolvía al que fuera presidente del Atleti, Sr. Gil, o del Rayo con los Ruiz Mateos, por no querer poner más ejemplos. El caso es que como ustedes saben, se trata de una casta que se considera superior al creerse los legítimos herederos de toda prebenda que les beneficie, incluso en esa torpeza, en ese descaro de unirse para pedir la gracia de indulto a un delincuente convicto y confeso. Será porque hablamos de un delincuente, pero al fin y al cabo, uno de la familia. Eso lo explica todo.