Hemos repartido estos días todo tipo de juguetes. Ahora que estamos de vuelta a casa y parecemos más descansados, dejad que os recordarmos los regalos que realmente necesitan vuestros hijos .
En primer lugar, lo que más necesitan los niños es amor. Sin amor, los niños no pueden crecer ni madurar. Pero cuidado, no confundáis amor con sensiblería barata, amar no significa consentirlo todo. Eso sería malcriarlos.
Amar significa también establecer límites, enseñarles a distinguir lo que está bien y lo que no, lo que se puede hacer en cada momento y lo que no se puede consentir. La segunda necesidad básica de todo niño es la educación. Esa es la mejor herencia que podéis dejarles.
Debéis enseñarles a respetar a los demás, y eso implica que aprendan a cuidar el trato con los adultos y, especialmente, con sus profesores. A ver si desterramos de una vez esa falsa idea de que todos somos iguales. Todos somos iguales ante la ley y punto.
Debéis enseñarles las normas de buena educación en casa. Vuestra responsabilidad no la podéis delegar en nadie. Y para educarlos correctamente se empieza predicando con el ejemplo. Debéis enseñarles también que su futuro depende de ellos mismos y de su esfuerzo, porque las cosas importantes de la vida nadie se las va a regalar.
Lo bueno no siempre es lo que me gusta, y lo bueno (estudiar, por ejemplo) hay que hacerlo aunque suponga un esfuerzo. Por supuesto, también tenéis que recompensarles por el trabajo bien hecho, y para ello no siempre es necesario vaciar la cartera. A veces un «estoy muy orgullosa/o de ti» vale más que todo el oro del mundo.
Por último, lo mejor que podéis regalar a vuestros hijos es vuestro tiempo. ¿Para qué os vale dedicar tanto tiempo al trabajo si os perdéis lo más importante: la infancia de vuestros pequeños?.
Los niños os necesitan a su lado. Necesitan que los acostéis con un beso, y los despertéis con un abrazo. Que les digáis a diario lo mucho que los queréis, que juguéis con ellos.
Bueno, ya nos hemos pasado, pero, por favor, recordadlo siempre: amad a vuestros hijos, educadlos y regaladles vuestro tiempo. Ellos os lo agradecerán algún día. Y si no, ¿qué importa? A fin de cuentas, habréis cumplido con vuestra obligación de padres, que es una de las cosas más importantes y bonitas que puede hacer alguien en este mundo. Y eso llenará vuestra vida de felicidad y de sentido.
Atentamente, Melchor, Gaspar y Baltasar. Reyes Magos de Oriente.
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