No sé, queridos lectores, cuántos de ustedes se hicieron propósitos de cambio para este año del tipo dejar de fumar, hacer ejercicio, estudiar inglés o lo que sea. Tampoco sé cuántos de ustedes mantienen sus propósitos de cambio una semana después. Si es de los que resiste y cumple con sus autoexigencias enhorabuena por su constancia y su fuerza de voluntad, si por el contrario es de los que los buenos propósitos le duran lo mismo que la promesa electoral a un político le pido que no se flagele demasiado, no se castigue más de lo razonable, no fume o coma con remordimientos, bastantes golpes nos da la vida en la moral de cada uno, como para darle excesivas collejas a la autoestima.
Muchos utilizan esa debilidad personal para justificar acciones de la casta política y sus amos los banqueros y grandes especuladores, argumentando lo siguiente: si muchos políticos son corruptos es porque son un reflejo de la sociedad a la que representan, cualquiera de nosotros en su lugar hubiéramos actuado de la misma manera, somos ambiciosos y débiles por naturaleza y todos hubiéramos metido la mano en la caja publica si supiéramos que no nos pillan. Oiga, sueltan semejante idiotez y se quedan más anchos que panchos.
Pues alguien tendría que decirles que un mojón para ellos, que si quieran acallar sus diminutas conciencias repartiendo culpas que con nosotros no cuenten, es decir, que usted sea capaz de dejar de fumar o no dejarlo no va a provocar ningún desalojo, ni desencadenará ninguna guerra, ni condenará a ningún niño a la pobreza. Si usted decide hacer ejercicio o vivir atornillado a su sofá no provocará el despido de médicos ni de profesores, ni será culpa suya que haya personas que mueran por no poderse pagar los medicamentos, ¡faltaría más!, es como si nos dijeran: para las ventajas y favores somos superiores a vosotros y defendemos el neoliberalismo, el clasismo y adoramos en altares a Thatcher y Reagan precursores políticos de esta situación, sin embargo a la hora de repartir las culpas nos hacemos marxista-leninista y las socializamos. Eso es morro y lo demás son tonterías.
Y hablando de propósitos incumplidos me acuerdo de Joan, un payés de toda la vida, un payés hijo y nieto de payeses. Joan se hizo una serie de propósitos para el nuevo año, pero pasada una semana no ha cumplido ni uno solo de los mismos. Joan trabaja como una mula de sol a sol, es algo hosco pero muy buen tipo, aunque no haya cumplido ni uno solo de los propósitos que se ha marcado Joan no deja de ser una buena persona. Joan que no quiere compartir culpas con los que manejan el cotarro, decidió irse a la peluquería donde va su sobrina y se tiñó el pelo de azul.
Joan sabe que muchos le criticarán, algunos incluso pensarán que se ha vuelto loco, que es un excéntrico, que le gusta llamar la atención, otros especularán sobre si es una apuesta o una especie de promesa, quizás lo hizo precisamente por ver cómo reaccionaba la gente a su alrededor, provocó un cambio en su entorno y pudo comprobar quiénes veían mas allá de sus narices y quiénes se quedaban en lo superficial, o tal vez lo hizo solo por divertirse, eso habrá que preguntárselo a él.
Yo en lugar de un propósito para este año me hago una pregunta: viendo el caso que hacen los de arriba a todo intento colectivo por mejorar las cosas, y viendo como nos exigen continuamente que seamos innovadores y emprendedores, ¿serviría de algo que nos tiñéramos todos el pelo de color azul?, igual no mejoraba un ápice la sociedad, pero contra tanta sinrazón iría bien un poco de locura.
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