Vestida de Navidad la ciudad parecía menos triste, colgaban adornos por todas partes, iluminando la noche que ya llegaba muy pronto. Los escaparates reflejaban otros tiempos, llenos de luz, apagando realidad, acaparaban miradas, gente paseando y personas pasando, por delante o hacia dentro, comprando, algunos mirando, imaginando, sacudiéndose el frío, otros la cartera o los bolsillos. Los problemas eran los mismos, los afectados cada vez más, pero por un tiempo lograban olvidarlos. A ratos. Como una ráfaga de aire entrecortada, fugaz pero certera, que a casi todos llegaba con mayor o menor fuerza. A veces invadiendo de alegría espontánea, oriunda de la infancia, la compañía o la fantasía, en ocasiones, también, impregnando tristeza en los ojos, casi lágrimas, vinculadas a alguna ausencia o a una pérdida. La Navidad también era un montón de gente echando en falta personas, a un familiar, a un amigo, a un hermano o el calor de una madre, la mano de un hijo, a ese alguien que siempre falta en toda mesa, esa persona que ya no regresa. Familias que sonreían navidades ya pasadas, pero eran personas sonriendo, otra vez, aunque por antes, sonrisas que revivían esos tiempos y esos tiempos reavivando aquellas sonrisas. Otros lloraban, en soledad irremediable, rodeados del frío, granizo en los ojos, memoria nevando recuerdos, congelados, con ellos dentro. Almas de invierno. Hibernando en su sueño. Regalos de nostalgia.
Verbos sujetos
Dádiva no, o Navidad
21/12/13 0:00
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