El calendario ha querido que Navidad y año Nuevo caigan en miércoles, y como bien saben esos días no sale el diario, por lo tanto, dado que el miércoles es mi día de publicación, me tengo que despedir hoy de ustedes hasta el año que viene.
Cuando llega el final de cada año nos encontramos con balances, con buenos propósitos y con un montón de soporíferos, huecos y completamente prescindibles discursos. Les confieso que es difícil escaparse a esta dinámica. Cuando pensaba en este artículo lo primero que me vino a la cabeza era realizar un breve resumen de todos los temas que había tocado a lo largo del año, pero luego pensé que los artículos siguen vivos en la hemeroteca y sería soporífero repetirse más de la cuenta.
La segunda opción era realizar una lista de deseos para el año que entra, deseos para que las cosas cambien a mejor, pero un montón de gente lo hará mucho mejor que yo, así que les dejo a ellos.La tercera era elaborar una especie de discurso sobre lo que deberíamos hacer para cambiar inercias, soltar todo eso de no rendirse nunca, de la fuerza de la razón, de la recuperación de la Ética, pero seguro que me quedaba más que pedante y sería tan hueco e inútil como los libros de autoayuda y las soflamas de los políticos.
Tampoco quiero entrar en la lágrima fácil, en la desgracia cotidiana, en estas fechas las diferencias sociales se multiplican por mil y ya es suficiente el bombardeo mediático lacrimógeno para que yo me recree en ello. Está claro que el abismo entre ricos y pobres crece de manera obscena y no quiero insistir más en el tema en el último artículo del año, permítanme solo destacar la extrema vileza de los que se aprovechan de la desgracia ajena, y de la bondad de todos, para hacer lucrativos negocios en Navidad, dicho queda.
Descartado todo lo anterior me inclino por otro tópico, felicitar la Navidad a un montón de gente que no conozco pero que creo que se lo merecen.
Quiero felicitar a los voluntarios de las diferentes ONGes que se lo están currando en los comedores sociales, en la atención a los más débiles o desfavorecidos, en combatir injusticias sin distinguir colores de piel o procedencia de la desgracia. Quiero felicitar a los simpatizantes o militantes de base de los sindicatos o partidos políticos que siguen pensando que a pesar de sus rígidas, opacas y en muchas ocasiones corruptas cúpulas, se puede seguir trabajando por el bien público y no solo por el bien de unos pocos. Felicitar también a los componentes de cualquier plataforma, colectivo, asociación que se unen de forma altruista para intentar cambiar, aunque sea un ápice, la sociedad para conducirla a algo mejor. Felicitar a todos los ciudadanos que ejercen como tales y deciden salir a la calle para mostrar su rechazo ante lo que creen injusto, para presentar alternativas al camino marcado, o para despertar la conciencia crítica de aquellos que dejan que se les meta en las llamadas mayorías silenciosas. Felicitar a todos aquellas personas anónimas que, a falta de referentes icónicos, nos marcan el camino a seguir con su trabajo para que no perdamos toda esperanza en la especie humana, va por ellos.
Y por último, y ya que estamos en un periódico, felicitar a todos aquellos que se juegan el tipo para divulgar la verdad como un compromiso irrenunciable, a diferencia de los serviles manipuladores de los medios casposos, son tiempos para hablar clarito.
Termino queridos lectores, los que puedan disfruten, al resto, a los que la Navidad se les ha puesto tan cuesta arriba como la vida misma, que tengan la mejor de las suertes.
conderechoareplicamenorca@gmail.com
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