El juez Pablo Ruz contradice lo que Rajoy dijo en sede parlamentaria al afirmar que «en el PP no se pagan cantidades que no hayan sido registradas en la contabilidad del partido, ni que, de cualquier otra manera, resulten fiscalmente opacas», porque en un auto dictado hace unos días, el juez sostiene que el arquitecto que reformó la sede de Génova, cobró cantidades de una contabilidad B.
En el Congreso, Rajoy afirmó que «en el PP no se ha llevado una doble contabilidad». El juez no dictó este auto porque sí. Entre otras razones le avala un informe policial que le informa de cuánto luego aparece en su propia pieza judicial. De manera, que el escrito del juez, está avalado a su vez por la policía.
Ante semejantes afirmaciones de un juez de la Audiencia Nacional de España y el informe policial, cualquier ciudadano tiene derecho a preguntarse, si lo qué afirma el presidente del Gobierno en cuanto a una financiación lícita del PP es verdadero o falso, a tenor de las múltiples sospechas que han circulado y circulan en los medios de información, máxime ahora, que quien lo pone en un auto judicial es un juez, avalado por los informes policiales, al decir que el PP ha mantenido una contabilidad B «continua en el tiempo». A todo esto que no es precisamente poca cosa, hay que añadir que Rajoy y su gobierno, no han hecho lo que dijeron que iban a hacer cuando gobernasen. Muy por el contrario, lo que han hecho y lo que están haciendo, es exactamente aquello que dijeron en la campaña electoral que nunca harían. Solo por estas dos circunstancias, la mayoría de Parlamentos europeos, especialmente el inglés y el alemán, les habrían echado de sus sedes parlamentarias, de haber actuado así en sus países, porque lo grave, no es solo haberse financiado ilícitamente, es mucho más grave, si lo que afirma el juez Ruz es verdad, el haber mentido al Parlamento y a la ciudadanía. Aunque, por no dejar la carga culpativa solo a una parte, tampoco sería poca cosa, si lo que afirma ahora el juez no fuera cierto. Es evidente que las dos partes no pueden estar diciendo la verdad siendo lo que afirman distinto, porque nada puede haber, que siendo mentira sea a la vez también verdad. La dualidad de afirmar que la mentira es verdad o viceversa, es algo tan absurdo, tan surrealista, que no merece el ejercicio de la discusión.
En cualquier caso, la ciudadanía, está en su derecho de exigir una información veraz y de repudiar a quiénes en sede parlamentaria, hubieran usado la mentira. Aquí ya sobran las metáforas, las medias verdades, él y tú más, y todos los eufemismos al servicio de la clase política, que juega con la información como si fuéramos tontos de baba, que solo servimos para votarles, para pagarles sus salarios, los impuestos y lo que nos echen.
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