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Siempre me ha hecho una cierta gracia cuando en el Barça se habla de la importancia del entorno. El equipo juega de miedo, pero cuidado que el entorno pesa mucho y lo puede estropear. Nadie concreta lo que es el entorno, pero ahí está, con su influencia terrible.

En Menorca también tenemos entorno. Tenemos equipo de primera, pero no conseguimos subir de categoría porque hay algo que modera el impulso, que atempera la energía, que incluso debilita algunos proyectos. Y todo ello, a pesar de la capacidad y el esfuerzo de los jugadores.

La lista de ejemplos podría ser muy extensa, pero han de bastar algunos recientes. Ayer se entregó el Premi Born de Teatre. 38 ediciones. Impresionante. Un galardón de prestigio internacional, gracias a algunos quijotes, «homenots» -también en femenino- que no han dejado de luchar por la supervivencia de un certamen cultural y literario. Menorca presume de su cultura y en cambio no se decide a impulsar con fuerza, a apoyar y a aprovechar las oportunidades que ofrece el Premi Born. La soledad de quienes lo mantienen vivo contrasta con el relativismo del entorno. A pesar de ello, los micromecenazgos son una brizna de esperanza.

El estreno en Menorca de «L'Illa de la llum», que ahora ha optado a unos premios importantes en Hollywood, ha sido una oportunidad perdida, como lamentaba el presidente del Ateneu de Ferreries. Se trata de una obra espectacular, dedicada a «la Isla», promovida por una entidad local con ilusión y perseverancia. Esa potente energía se diluye como un azucarillo al poco de haber alumbrado.

Yo creo que el entorno no es un complot en contra de nada, sino una consecuencia del individualismo, de la falta de interés y la incapacidad de impulsar algo juntos. Y sin hablar de turismo, carreteras, reserva o transporte aéreo.