Veo a Martirio en la tele y me acuerdo de lo que me decía el profesor de matemáticas del colegio no concertado de Valluna: «Ves menos que un pulpo en un garaje con gafas de sol y de noche». Se llamaba don Juan Melare y era más bajito que los ventanales, de modo que no lo veíamos pasar por el pasillo. Tenía la nariz curvilínea como la cornamenta de un toro Miura, o como el mango de un Colt 45 de los que entonces salían en el cine. Su método pedagógico era discutible y completamente ineficaz: cuanto más te aporreaba menos entendías. Entonces las cosas eran así. El maestro te largaba un guantazo y te recordaba que la letra con sangre entra. Pero les aseguro que a mí la letra no me entró así, me entró escuchando los sermones en la iglesia. Había sus más y sus menos, pero algunos curas eran entonces tan bestias como don Camilo, de Guareschi; sin embargo muchos tenían la virtud de ser castellanoparlantes y de expresarse en castellano, con lo que pese al contenido repetitivo de las pláticas aprendías la lengua de Cervantes, y la de Lope de Vega también. Tu lengua en cambio la aprendías en casa. Nunca me dijeron que el catalán de Menorca se podía escribir ni que se trataba de la lengua de Ramon Llull o Joanot Martorell.
Les coses senzilles
De la noche a la mañana
18/11/13 0:00
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