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refranero «el estudio y la experiencia son padres de la ciencia», y también «hombre estudioso vale por cien perezosos». Sin embargo estos días se ha hablado mucho de que los adultos españoles son los últimos de 23 países desarrollados en matemáticas y comprensión lectora. Pero si centramos la comprensión lectora en el recibo de la luz no me extraña nada que no lo comprendan, porque o bien los escriben de un modo enrevesado adrede o los españoles tampoco sabemos escribir. Yo creía que la comprensión lectora se centraría mayormente en obras literarias; pero bien pensado si lo hicieran así nuestra calificación tampoco mejoraría, porque nuestros índices de lectura son bajísimos. Y si nuestra habilidad matemática se mide con los recibos de la luz tampoco me extraña el fracaso, porque suben como la espuma de un día para otro y nadie puede hacerse a la idea de que fabricar luz sea algo tan sumamente caro. Si lo que miramos son los recibos del agua va a ser aún peor, porque veremos que al importe del consumo se le añade algo llamado «canon» que lo incrementa como por arte de magia. Ya habrá alguno que diga: «Oiga, que yo no me ducho con 'canon', sino con agua», con lo que todos pasamos por catetos ante los informes internacionales, o lo que es lo mismo, por leperos.

Sí, amigos; nuestro país es una gran fábrica de leperos. No lo es porque hayan fracasado muchos de los planes de educación que se renuevan según sea el partido que nos gobierne, sino porque no invertimos lo suficiente en educación. Para que no fuéramos todos leperos tendríamos que gastarnos en educación mucho más que en todo lo demás, y lo que hacemos es todo lo contrario, gastar mucho menos. Calculen cuántos libros se pueden comprar con el precio de ciertas entradas de fútbol y comparen el tiempo que se pasa uno en el estadio con lo que se tarda en leer un buen libro y los efectos que produce. La lectura desarrolla el cerebro humano, que por algo lo tenemos. Sólo cuando tengamos el cerebro bien educado seremos un país verdaderamente desarrollado.