El día 15 de agosto de 2013 Moritz Erhardt abandonó la sede londinense de Bank of America y se dirigió hacia la residencia de estudiantes de Bethnal Green, al este de Londres. Estaba agotado. Había trabajado sin descanso hasta las seis de la mañana durante tres jornadas consecutivas analizando las fluctuaciones de los valores en Bolsa. Tenía que cumplir unos objetivos. Sus superiores sabrían valorar su dedicación a la empresa. "Éste es el camino", pensó el joven becario. Al fin y al cabo, se trataba de una buena oportunidad. Solo los mejores conseguían abrirse hueco en la prestigiosa firma y desarrollar una prometedora carrera profesional. La recompensa podía ser enorme. Acababa de empezar en la empresa y ya ganaba casi 3.200 euros al mes. Tenía que olvidarse del cansancio. Tenía que olvidarse de las 110 horas semanales. Tenía que olvidarse de aquellos días en los que salía de trabajar a las siete de la mañana, cogía un taxi, llegaba a casa, se cambiaba de ropa y volvía a coger el taxi para regresar a la oficina.... Sin embargo, al joven Moritz le costaba olvidarse de lo cansado que estaba. ¡Había estado más de 72 horas trabajando sin parar! Cuando llegó a su habitación, decidió darse una ducha y, tras sentir un ligero malestar, se desplomó. Pocas horas después, sus compañeros de piso encontraron su cuerpo tendido en el suelo. Había muerto por agotamiento laboral.
¿Tiene caldereta sin langosta?
Confuncio trabajó en el "Bankofameria"
22/09/13 0:00
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