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Particularmente, la climatología de hoy y de mañana me da igual. Claro está, que prefiero que luzca el sol, que el viento, si sopla, lo haga por Ponent, y que la lluvia aguarde su turno para cuando llegue el invierno o la primavera. Pero si llueve, entre hoy y mañana, que llueva. Los mahoneses nos hemos ganado el derecho a disfrutar de nuestros días grandes tras un año particularmente duro y, encima, las fiestas de la Mare de Déu de Gràcia caen en fin de semana para que las podamos compartir. ¡Cómo somos ¿ses dolces?!

Me he propuesto disfrutar como nunca las próximas 72 horas y creo que tú, amigo lector, deberías hacer lo mismo. Porque estamos a principio de mes y la economía sumergida o la que está a flote así nos lo permite, porque el paro, anestesiado por los empleos temporales del verano, todavía no ha vuelto a crecer y el Euribor se ha ido a tomar un mojito con mi prima, la de Riesgo, dando una tregua a los bolsillos del personal en general. Vamos, que las asperezas que nos encabronan están algo limadas.

Ya sé que es hipócrita que durante tres días miremos hacia otro lado y esquivemos los problemas como Messi haciendo diabluras en el área rival, pero nos merecemos una tregua. Aparcar los malos rollos y sonreír tan panchamente que hasta duela. No porque así vayamos a solucionar los problemas, que no es nuestro deber, sino porque así recuperaremos la energía necesaria para hacerles frente.

Volverán a subir los impuestos, nuestros amigos y familiares retornarán a la cola del paro y los días se irán haciendo cada vez más cortos, mientras el sol nos racanea esos rayos de luz que durante estos meses nos han parecido casi infinitos. Regresaremos a ese estado apático que se apodera del menorquín cuando el invierno hace estragos y la tramontana campa a sus anchas. Lo haremos? Pero hoy no.

¿Y si llueve? Que llueva, brindaremos hasta que las gotas de agua nos den igual. Nos dejaremos llevar por la música, sea de la banda municipal o del CD, y nos encontraremos con viejos amigos. Y si hace falta bailaremos bajo la lluvia como si estuviéramos locos. O puede que los locos sean los que hoy no quieran bailar bajo la lluvia.

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dgelabertpetrus@gmail.com