Helen Thomas entendía que su misión como corresponsal no era solo la de contar lo que los presidentes querían decir sino la de extraer la verdad en las situaciones más complejas y comunicársela a los ciudadanos
Hace unos días murió en Washington la periodista Helen Thomas, una persona que me ha merecido siempre gran respeto y admiración. Helen Thomas fue durante muchos años la corresponsal en la Casa Blanca de la agencia United Press International. En las conferencias de prensa en la Casa Blanca, ella estaba en primera fila y se puede decir que era la decana de los corresponsales de prensa. Sus preguntas han tenido en jaque a todos los presidentes desde Kennedy a Obama. Fue temida por todos los presidentes, pero por todos respetada.
Helen Thomas entendía que su misión como corresponsal no era solo la de contar lo que los presidentes querían decir sino la de extraer la verdad en las situaciones más complejas y comunicársela a los ciudadanos. Ella misma criticó a sus colegas por limitarse en muchas ocasiones a ser transmisores de la información y de la propaganda presidencial. Fue particularmente dura con George W. Bush con motivo de la guerra de Irak. Una vez se refirió a él como el peor presidente de Estados Unidos.
Ese tipo de periodismo está cada vez más en decadencia. Una falsa visión de la imparcialidad hace que muchos periodistas transmitan dos informaciones contradictoria suministradas por el gobierno y la oposición sin valorar la veracidad de ellas. La auténtica imparcialidad está en entresacar la verdad de quien esté en los puestos de responsabilidad, independientemente de la ideología que defiendan. Esta misión de la prensa ha estado clara para los diferentes presidentes de Estados Unidos que trataron con ella, porque para ellos es parte de sus responsabilidades, aunque no siempre les guste, el informar a los ciudadanos.
El informar a los ciudadanos por parte de los políticos es una parte esencial de la estructura democrática de la sociedad. Aunque esto no parece que lo entienda el presente presidente del Gobierno español ni muchos de los políticos del país. Uno tiene la impresión que para algunos políticos españoles el Congreso es una tertulia. Van allí no a responder a los ciudadanos sino a criticarse e insultarse mutuamente. No se dan cuenta o no quieren darse que a quienes no responden es a los ciudadanos.
La fuerza y energía de Helen Thomas, que siguió trabajando hasta bien pasados los 80 años, solo se puede entender yendo a sus orígenes. Nacida en 1920, era hija de un emigrante libanés con diez hijos. El padre no sabía ni leer ni escribir, pero la animó a que hiciera una carrera universitaria. Con la carrera completa, trabajó en Washington primero de camarera en un restaurante, luego de oficinista hasta que consiguió su puesto de periodista para la agencia United Press International.
Los emigrantes en general son gente de gran determinación y energía. Dejan su país y entorno familiar para luchar por el futuro en una cultura y en un entorno que puede ser muy diferente del que están acostumbrados. Necesitan esa energía para situarse en este nuevo entorno social. Esa energía se suele transmitir a la primera generación de sus descendientes que ven la lucha de los padres para conseguir un puesto en esa nueva sociedad.
El gran éxito de los Estados Unidos es el saber aprovechar la energía de los emigrantes ofreciéndoles múltiples oportunidades. La mezcla de energía y oportunidad es una de las fuentes de la potencia del país.
Helen Thomas era un gran ejemplo de persona determinada y luchadora. En un ambiente profesional totalmente dominado por hombres consiguió destacar y llegar a ser reconocida como una de las periodistas más significativos del país. Triunfó doblemente como mujer y como profesional.
En este mundo actual en que vemos el lento pero continuo deterioro de la democracia encontraremos a faltar a esa persona que tanto dio por mantenerla. Helen Thomas es una persona a imitar para quien quiera hacer un buen periodismo.
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