Como habrán comprobado, al escribir el titulo, he dejado "en banda" aquella frase que tiempos atrás la ineludible Mercedes Salisachs, hizo tan famosa: "El mundo es de las mujeres". En un tiempo creí que así era, pero a lo largo de pasar hojas, una tras otra, de mi libro de la vida, observo es una falsedad.
Los hombres nos comen por los pies, ellos con mejor sueldo, ellos más cualificados (¿?). Gobiernan "i tallen es bacallà". ¡Eso sí¡ quieran o no, continúan dependiendo de nosotras, las mujeres. Por mucho que les pese, y que conste que no voy armar una guerra de que si tu o si yo somos mejores, siempre he dicho lo mismo. Me encantan los hombres, soy hija, nieta y biznieta de varón, tengo esposo, e hijo. Me deleita mirar con atención al cruzarme con un varón, sea de la edad que sea. Pues sí, me seduce mirarlos, o mejor aún, contemplarlos tal cual cuando acudo a uno de esos museos de merecida fama. Me refiero a los que lo merecen. Y mucho más entablar conversación con los que demuestran educación, y me pierdo si me hablan de historia contemporánea.
También me maravillan las mujeres, soy hija, nieta y biznieta de hembra, tengo hija y nieta, admiro la valía de la mayoría de ellas, luchadoras, lo demuestran al quedar viudas, de tener hijos pequeños todo sigue tal cual, avante a toda maquina. No sucede lo mismo con los hombres, salvo excepciones. Estos suelen tocar fondo en cuatro días, siendo considerados los fuertes. Dios lo quiso así, nos llaman el sexo débil, pero somos tal cual las rocas y piedras que envuelven nuestras atalayas.
Por algo será que el instinto es diferente. Nosotras, esas mujeres, de sexo débil y flacucho, las poquita cosa, las que percibimos el sueldo por debajo del de los varones, lo llevamos en los genes, lo que a lo largo de nuestras vidas nos enaltece, nacemos con la natural inclinación maternal. Desde pequeñas jugamos a madres y a hijas, haciendo prácticas con las muñecas, acunándolas, vestirlas y desvestirlas rociándolas con agua de colonia. Inclusive el baño dentro de la palangana, como aquella vez que "en Joan es misatge de sa Sínia des Moret fue a Barcelona y a pesar de tener sobrinas tan solo viajó con un nene de cartón piedra , para esta servidora, que no dudé poner en remojo dentro de la tina en que me habían dado el baño. No es preciso continúe diciéndoles como acabó la cosa, llorando a moco perdido al ver a mi nene desecho en medio del agua jabonosa. "Plora que plora".
Y hete aquí, que el tema madres, y las practicas infantiles con los muñecos me llevan a un repaso general de aquellas tiendas de nuestro Mahón en que pegaba mi rostro a los cristales, para observarlo mejor, entre ellos el de casa Cardona de la Cuesta de la Plaza. Iba pidiendo un pelele que con ojitos pícaros me embobaba a la vez que me ilusionaba encontrar en mis zapatos recién estrenados por Navidad de 1947 en que Gori me había hecho el regalo más grande de su larga vida, una madre, que digo, una auténtica madre, mamá Teresa.
Cuanto acaban de leer y mucho más fue el tema estrella en el verano del 2007, durante una de estas cenas veraniegas entre los "ullastres" de Bini Repòs, fui anotando antiguas tiendas de juguetes, comercios que a la vez despachaban loza. El padre Macián, que venía toda los años, habló de un caballo clavado sobre una plataforma de madera con cuatro ruedas, que los chiquillos tiraban de una cuerda y que cierto fotógrafo usaba como reclamo para retratar a los niños, frente a su comercio de la Ravaleta. Curiosamente tan solo fotografiaban a niños, "aquella postura aixencats damunt un cavall", no era apropiado para niñas. Para nada, ninguna madre se hubiera atrevido. Las niñas eran sentadas en una butaca sosteniendo una preciosa muñeca, la cual en infinidad de ocasiones provocaba un gran disgusto a la hora de dejarla en casa del retratista, deseosas de llevársela a su casa.
En nuestra ciudad hubo varios comercios muy acreditados. La Valenciana fue uno de ellos, viéndose enturbiada su venta al salirle la competencia a escasos metros de su portal, en la esquina con el Pasaje Sitges, la viuda e hijas de Saborido abrieron un local al estilo de Barcelona, de venta exclusiva de juguetes. Aquel portal tan solo era cruzado por familias "de doblers, benestanta". Según me fue explicando don Vicente Macián y el grupo de amigos de su misma edad, comentaron, disponían de cosas muy especiales. A pesar de que lo que más se vendía para Reyes eran tambores y trompetas, juegos de arquitectura, rompecabezas. Mientras las niñas con su instinto maternal se decantaban por las muñecas, las cocinitas y los cochecitos para dar el paseo a sus estáticas hijas.
Tal como me comento mi buen amigo mahonés afincado en Alicante, Fernando Sintes Obrador, primer economista con que contó la Isla, que en casa Saborido tan solo podían acercarse a comprar las familias ricas. Continuó la conversación diciendo: Me encapriché de un automóvil precioso en tonos amarillos y rayas verdes, era una pura fantasía, donde el niño podía sentarse, conduciendo el volante tal cual el eskirne del señor Guillermo Goñalons, que conducía tu padre (refiriéndose a Gregorio Caules Llull, "mon pare, al cel sia", chófer del procurador que vivía en la calle del Ángel, 11, muy cerca del domicilio de Fernando Sintes.
Dos años tardaron los magos de Oriente en recibir mi carta, al fin mi padre me prometió que pondría algunos sellos más, en premio a mi buen comportamiento, salvo alguna pillada a mi hermana Catalina. Así fue, aquel seis de enero, al bajar a la planta baja, de la joyería, hoy casa Obrador, me encontré en la entrada el soñado automóvil. Al sentarme pude comprobar que mis pies llegaban a los pedales y que junto a mí cabía cómodamente un acompañante.
Desde aquel momento se iniciaron grandes carreras, al estilo rallys franceses, de las que hablaban las revistas de moda especialmente "Mundo Grafico".
A la salida de la escuela sacaba a la calle el cachivache de hojalata, que muy pronto le salió incomprensiblemente una abolladura a cada lado, me sentaba frente al volante intentando conducir plácidamente calle Nueva arriba, calle Nueva abajo, de observar que su madre no le seguía con la mirada giraba hacia la Ravaleta, de ir acompañado de amigos, éstos lo empujaban hacia Sa Parada des cotxo des Castell, frente a la casa de doña Paca Martorell.
Deben disculparme, pero no voy a continuar con la charla de aquella noche de luna llena; hago punto y aparte para volver con otros temas que me molan más, según léxico made siglo XXI.
Comunicarles que Paca Gomila Mercadal emuló a su madre, mi querida amiga Marola, que la llevo al mundo un 17 de julio; también ella ha hecho lo propio con este calor sofocante, el mismo día que cumplía años, paría al tercero de sus hijos, Joel, con un peso de 3.885 gramos. Al contemplarlo durmiendo en su cuna da la sensación de un niño de meses. Está precioso, un tragón, como dice su hermanita mayor Emma, mientras Pol, el segundo de la familia, se mira a ambos preguntándose "aquest què fa aquí". Pues esto, Pol, tu hermano pequeño, al que deberás cuidar, darle la manita cuando empiece a caminar, al ir al parvulario, y consentir en más de una ocasión que te coja tus juegos, los más queridos y deseados, por algo será el chiquitín de la familia.
Felicidades Paca, y a Xavi, este joven valenciano afincado en la Isla, siempre pendiente de su familia, integrado por completo entre nosotros, odontólogo, compartiendo despacho con Bosco en Alaior. De haberle efectuado una entrevista, diría de él que es un excelente músico. Una vez más, felicidades, que Dios os bendiga, junto a esta gran familia que formáis, vuestros respectivos padres y demás familia.
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margarita.caules@gmail.com
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