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El sondeo realizado por la Fundación Gadeso sobre las debilidades y fortalezas de la Isla como destino turístico ofrece pocas novedades. Los resultados obtenidos a través de las personas que nos visitan dibujan un panorama conocido y que, salvo alguna excepción, se repite desde hace años. Lo positivo es que Menorca está mejor valorada que dos competidores directos: Eivissa y Formentera. Los puntos fuertes son los habituales: protección medioambiental, limpieza de las aguas, comodidad de los alojamientos, seguridad, precio y, como no, sol y playa. Sin embargo, se valora el potencial que se tiene para ofrecer un producto diferenciado, que conjugue naturaleza y patrimonio. Los aspectos negativos son también de sobras sabidos: una oferta lúdica deficiente, la relación calidad-precio se apunta como muy mejorable, carencia de ofertas complementarias específicas y la poca presencia de compañías aéreas de bajo coste. El diagnóstico coincide bastante con el que se hace desde las administraciones y sector privado. La autocrítica ya se ha realizado. Ahora el reto es poner sobre la mesa las posibles respuestas a las demandas de los turistas. En determinados casos ya se está avanzando en la dirección correcta, pero todavía queda trabajo por hacer desde la unidad de acción.