La doctora Elisabeth Blackburn es premio Nobel de Medicina y Fisiología y una de las investigadoras más sólidas en el campo de los telómeros. Sabemos que los cromosomas tienen forma de X y que en su interior están los genes. Un gen es una unidad funcional dentro de la molécula de ADN. Cuando se observan con microscopía de alta resolución los extremos de cada cromosoma, de cada X, se descubre algo fascinante. Cada extremo de la X tiene una especie de capuchón que se llama telómero. Lo que los telómeros hacen es evitar que se abran las puntas de la X, es decir que se desfleque el cromosoma. Cuando el telómero empieza a degradarse y el cromosoma se va abriendo, el resultado es que se acorta la vida. Las investigaciones de Blackburn vienen a mostrar que las personas que están sometidas de manera continuada a la forma negativa de estrés, denominada distrés, experimentan un deterioro marcado de sus telómeros.
La vida es como una ecuación, si en esta introducimos el egoísmo, antes o después obtendremos escasez
Existe una enzima en el núcleo de la célula denominada telomerasa, que lo que hace es reparar los telómeros a medida que se van desgastando. Resulta impresionante saber que las cifras de telomerasa se incrementan cuando una persona se siente querida, acompañada, comprendida y apoyada. No me consta que hoy todavía sepamos con claridad si es la oxitocina la hormona que actuando a nivel de la membrana celular, la que produce un aumento en la síntesis de la telomerasa, pero no me extrañaría en absoluto.
Las bondades de lahormonamás estudiada
La doctora Uvnas Moberg, una investigadora del Instituto Karolinska en Estocolmo no para de descubrir nuevas funciones de la oxitocina, no sólo como hormona que se libera en sangre y actúa a distancia, sino como neurotransmisor, es decir, como molécula que actúa dentro del cerebro y origina cambios a este nivel.
Los niños que son acariciados con frecuencia, crecen más rápido y maduran mejor, ya que la oxitocina que se libera a través de la estimulación táctil, produce a su vez una liberación de la hormona del crecimiento. La oxitocina inhibe la producción de cortisol que es una hormona que se asocia a la sensación de miedo ante la incertidumbre, con lo cual la persona se siente más valiente y audaz para explorar, algo que resulta esencial cuando se hace frente a un entorno marcado por el cambio. Tal vez sea ésta la base bioquímica que explicaría por qué nos atrevemos más a adentrarnos en un entorno desconocido y a tomar riesgos cuando sentimos cerca, bien a nivel físico o simplemente mental, a alguien que nos transmite verdadera confianza.
La oxitocina reduce el dolor porque genera liberación de endorfinas y además favorece la cicatrización de las heridas. Por eso, una mano amiga que nos conforte en un momento en el que nos sentimos heridos tiene tanto poder, no sólo en un plano metafórico, sino también físico.
Resulta a veces paradójico que se dediquen tantos recursos a encontrar algunas formas externas de alargar la vida y tan poca atención a comprender que tal vez dentro de nosotros tengamos un "elixir de la juventud, de la eficiencia y del bienestar" no solamente escasamente explorado, sino además profundamente desatendido. Recordemos que la vida es como una ecuación. Si en esta ecuación introducimos el egoísmo, antes o después obtendremos escasez. Si por el contrario, introducimos generosidad, lo que obtendremos es abundancia.
P.D. Artículo publicado en "El Confidencial" y cedido por Mario Alonso
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