En Gran Bretaña la paella dominguera se llama "Sunday Roast". Es la comida tradicional de muchos hogares británicos en ese día festivo. Esencialmente el plato consiste en un asado de carne de ternera, cordero o cerdo servido con patatas horneadas. Lo acompañan abundantes y variadas verduras, puré y otros acompañamientos cocinados en cazuelas separadas que amenizan el asado a voluntad del cocinero. Es imprescindible también, por tradicional, servirlo junto al denominado "Yorkshire pudding". Este acompañamiento añadido consiste en una oblea de masa subida al horno en forma de cuenco que tradicionalmente se cuece con el jugo que la carne asada desprende en su cocción. Todo el plato va salseado con algo que los menorquines conocemos muy bien: la salsa "gravy", esa herencia británica de nuestra cocina.
El pasado domingo nos apeteció visitar un restaurante típicamente británico para probar de nuevo el "Sunday Roast". Regido por una pareja de hombres, amables y bien dispuestos, está ubicado en un lugar discreto y silencioso del término municipal de Mahón. Su clientela es total y exclusivamente británica. "No locals" (ningún lugareño). Cada domingo reúne a una parte de la colonia británica que permanece diseminada por esta parte de la Isla en casas de campo, apartamentos, chalés, etc.
La comida es apetitosa aunque su visión apabulla. Coloquialmente comentaremos que quien no tenga un buen saque no podrá terminársela. La carne (de ternera) que nos sirvieron era tierna y bien conseguida. Las patatas asadas fueron maravillosas (solo la tradición anglosajona puede asarlas así) y los acompañamientos de verduras y otros horneados estaban cocinados en su punto. Finalmente el "Yorkshire pudding" estaba también bien resuelto. Este es uno de los restaurantes donde, al estilo británico, separan los precios de los platos por secciones. Así, tienes unos entrantes (a elegir) que están englobados todos ellos bajo una misma tarifa: a € 4,50, el "main course" (plato principal) a € 8,50 y la selección de postres (también a elegir) a otros € 4,50. Precios módicos para una comida correcta, abundante y honesta. Sugerencia: con solo el plato principal y una pinta de cerveza comes perfectamente. Precio pagado para dos personas: € 21,50.
Detalles: La decoración es "very british" (tipo country club). A menudo suena Rod Stewart lo que para mí es un incentivo más para seguir acudiendo al lugar. El ambiente es mayoritariamente socialdemócrata. Es decir, "labour" (laborista). Los comensales no pertenecen a la clase alta, no son "posh" (pijos), ni de lejos. Son británicos de clase trabajadora, muchos de ellos jubilados. Personajes auténticos que conservan su "british look" y su forma de vida tradicional aunque residan en Menorca. El conocido "genio y figura hasta la sepultura" sirve para todos los países.
A veces se critica que la inmensa parte de los residentes británicos que viven con nosotros no se "integran". Pero ¿por qué deberían hacerlo? Vamos a ver ¿qué ventajas les representaría? ¿Serían más felices? ¿Comerían más perdices?
El concepto de integración es la antesala del totalitarismo. Uno se integra si quiere. No se debe forzar a nadie a integrarse (es decir, a diluir sus propias raíces / costumbres / lengua para ser sustituidas por unas nuevas) si uno prefiere no hacerlo. Quienes pretenden igualar / diluir todas las culturas que cohabitan en un mismo lugar en una sola en aras a conseguir la pomposamente denominada "cohesión social" parecen desconocer que forzándola destruyen la esencia de la libertad humana: conservar los orígenes. Conservar tus propias tradiciones es un acto de libertad, un acto de afirmación de tu propia personalidad. Ahora en Menorca vemos como, tristemente, hay partidarios de sustituir nuestra ancestral personalidad por otra de allende los mares. Es triste si no fuera, antes, patético.
La convivencia de culturas no significa que una deba apabullar y anular a las otras. Eso, repito, es dictadura totalitaria. Lo único que se debe exigir a quienes vienen a vivir con nosotros es respeto a nuestra forma de vida y a nuestras leyes. Por mi parte pronto volveré a esa parte de Menorca para comer una nueva ración de "Yorkshire pudding".
Notas
- ¿No es ya la UIMIR un querer y no poder?
- Hizo bien el conseller Huguet en no dejar fisgonear a quien solo busca impedir el progreso de la Isla.
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