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Si no pertenece usted a ningún partido, si es usted por ventura un alma con criterio propio, verá el problema de una manera. Si es usted del PP, el mismo problema lo verá de otra manera. Si es usted socialista, verá el problema como un socialista, es decir, diferente. Si es usted comunista, también tendrá una manera particular de ver el problema. Si resulta, por aquellas cosas, que es usted nacionalista, también será influenciado en la manera de ver el problema. Si es usted de los que respiran por la herida, verá entonces el problema ladera abajo de lo que usted juzga como un problema partidista en manos de unos gestores ineptos, cuando no advenedizos, incapaces a todas luces de otra solución que no sea aumentar el conflicto que el problema genera.

Si es usted casado, verá el problema lastrado por el número de la unidad familiar. A más en la mesa, más problema. Si es usted soltero, verá el problema como la consecuencia que, según usted, genera la ausencia de equipo, el tener que tirar del carro solo.

El problema es una metástasis voluble y tan variable como nuestra propia manera de enfrentarnos a él. Además, el problema siempre es pertinaz y pegajoso. Es como una lapa. El problema anda por ahí, hasta que te ve pasar y entonces ¡zas!, ya tienes el problema encima. Aunque si se fija usted bien, puede que acabe por darse cuenta de que el problema es usted.