Me preocupa, imagino que nos preocupa a todos, esa extraña sensación de sentirnos inmersos en el agua de la crisis y la falta de soluciones, nos está llegando al cuello. Soportar los niveles más abajo de las rodillas no es doloroso porque es un nivel al que ya estábamos acostumbrados desde aquella famosa y pasada recesión, pero cuando ya no puedes subirte más los pantalones y te ves forzado a ponerte traje de baño o salvavidas si es que no eres buen nadador, la cosa ya no es la misma. Porque el agua cuando te llega al cuello fastidia, es incómoda, entorpece tus movimientos, te ralentiza el cuerpo y la mente y casi sin quererlo, te hace dar más de un sorbo de esa agua que sabe a cloaca. Y en un país como el nuestro que, de lo que más tenemos son éxitos deportivos, nos falta la principal medalla de oro, la del buceo a pulmón libre en aguas turbulentas. Y cuando el mar, el de más allá de nuestras fronteras, nos rechaza por haber sido el gobierno anterior quien reventó la línea de flotación de nuestro buque insignia con tanto paro y el actual, por carecer de los parches suficientes para tapar esa gigantesca brecha, sentimos que nos mareamos, que ya no somos los grumetes que creíamos y que se nos están acabando las biodraminas. Hacerse el muerto, ya saben, tumbarse sobre las aguas panza arriba, estático y dejarse llevar por las corrientes sería otra fórmula posible, pero también me preocupa no saber cuanto seríamos capaces de resistir y hacia donde nos llevarían.
En pocas palabras
Con el agua al cuello
29/04/13 0:00
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