Ya lo decía el pasado año el que fuera Papa Benedicto XVI durante el tradicional Vía Crucis de Viernes Santo: "Las personas en este tiempo sufren, además de incomprensiones, la precariedad del trabajo y la crisis económica". Con palabras de aliento se dirigía a las familias. Una de las preocupaciones importantes de la Iglesia tiene que ver con la ocupación y el empleo como parte importante de la sociedad, pero las soluciones no son fáciles ni de aplicación inmediata. La Iglesia está viendo como la pobreza y el desempleo degrada poco a poco la dignidad del ser humano. Habría que impulsar de alguna manera un nuevo dinamismo laboral que nos comprometa a favor de un trabajo decente, un trabajo que haga que los trabajadores sean respetados evitando la discriminación. Ahora con la llegada de la "crisis" y el empeoramiento de las cosas para los trabajadores, existe escasa responsabilidad social de las empresas, una débil solidaridad social, diría yo, y muy escasas políticas de redistribución de los recursos sociales. Están triunfando las políticas individualistas del "yo primero" ,o del "sálvese quien pueda", en lugar de la búsqueda del bien común.
Historias del día
El viacrucis económico
25/03/13 0:00
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