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Me complace comprobar que las redes sociales sirven para alguna cosa más que para compartir fotografías, conocer el estado de ánimo de todos tus conocidos o felicitar a tus amigos virtuales. El Facebook o el Twitter son hoy una plataforma que otorga la palabra a los ciudadanos que, de este modo, han dejado de ser simples espectadores para convertirse en protagonistas. El poder de las redes sociales ya quedó demostrado durante la Primavera Árabe al convertirse en cajas de resonancia de las revueltas que, en la mayoría de los casos, se gestaron también a través de internet. Menorca no se queda atrás en este sentido. El lanzamiento de hastag #menorcaexiste a través de Twitter fue quizá la primera reivindicación colectiva respaldada por miles de menorquines atrincherados tras las pantallas de sus ordenadores. A día de hoy, el vertido de los fangos del dragado del puerto de Maó es el tema estrella de las redes y, llegando más lejos, los residentes en la Isla tienen la oportunidad de firmar en contra de la actuación que pretende llevar a cabo Autoritat Portuaria de Balears. Basta tan sólo un click para sumarse a la petición de paralización del proyecto y, por el momento, casi 12.000 personas han secundado la protesta, que también ha tomado las calles. Imagino que el alcance de este tipo de iniciativas no ha llegado a su punto álgido y, teniendo en cuenta la velocidad a la que avanzan las nuevas tecnologías, vaticino nuevos modelos de protestas virtuales en breve.