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Como dicen los taurinos: "Tarde de expectación, tarde de decepción". Este debate de la nación, había suscitado gran expectación por razones obvias. Era el primero de Rajoy y con una situación para él, su Gobierno y su partido, especialmente complicada o enrarecida; tan complicada y enrarecida, como está la propia situación española. La oposición respecto al presidente, lo tenía fácil. Pero, para el Sr. Rubalcaba, D. Alfredo, no fue suficiente y perdió el debate frente a Rajoy lastimosamente, un Rajoy que no tuvo ningún problema para contrarrestar el "pobre" discurso del líder del PSOE, incluso hubo una frase para mí llamativa y clarificadora por parte del presidente del Gobierno cuando dijo: "Yo no voy a pedir su dimisión… No me interesa". Pues claro que no le interesa, Rubalcaba es para Rajoy un aval de su permanencia, una bendición, un regalo, "una especie a proteger", porque Rubalcaba arrastra tras de sí a su peor y más pesado enemigo que no es otro que él mismo. Pero no solo ante Mariano Rajoy y el PP, también y de qué manera, ante el electorado, incluso ante no pocos socialistas, que a estas alturas ya saben o deberían saber, que con Rubalcaba al frente del PSOE no van a ninguna parte.

Nunca o muy pocas veces tuvo un líder de la oposición en un debate del Estado de la Nación, a un presidente de Gobierno "tan tocado" políticamente hablando ¡Mira que lo tenía fácil!, pero aparte de que Rubalcaba es de por sí de un discurso muy normalito, a veces como el miércoles especialmente plano, muy remendado y embarullado, lo peor, ya digo, no es su parquedad, es su pasado, el que le inhabilita frente a Rajoy. ¿Cómo puede ser un líder políticamente atractivo quien representa, se quiera o no, los peores momentos de la historia cercana del socialismo? En fin, ellos sabrán, pero así, el PP puede estar tranquilo, solo la creciente afluencia de personal en la calle, que además de protestar tienen razón, debería ser una seria preocupación para este gobierno.

Bien, muy bien por Rosa Díez, a la que lamentablemente el Gobierno no le va a hacer ningún caso, aunque el que señaló con pelos y señales el caótico momento de la política española y de la situación del país fue Cayo Lara, que le presentó al presidente, como si fueran las pinturas negras de Goya, la dura realidad de la situación, y lo hizo brillantemente, con una buena oratoria, sin olvidarse de nombrar el feo asunto de Bárcenas. Pero Rajoy se guardó como de mearse en la cama, de entrar al trapo, sobre todo a semejante trapo, so pena de arrastrar al resto de intervinientes por tan procelosa trocha. Ya al día siguiente se deslizaría con un breve comentario.

Dice el señor presidente, que la corrupción no está generalizada ¿Ah no? Que levante la mano el partido político que no tenga o haya tenido últimamente corruptos en sus filas. Corrupción en los ayuntamientos, corrupción en las autonomías, corrupción en el sistema bancario, corrupción en miembros de la casa real, corrupción a todos los niveles. Si eso no es estar generalizada, ya me dirá usted señor presidente, qué es lo que es.

Me quedo del debate con esa luz dentro del negro túnel, esa esperanza de que van a ponérselo difícil a los corruptos, aunque no es la primera vez que el señor presidente dice una cosa y luego no la cumple.